Dando pelea al autismo

• Situación 1: Matias duerme la siesta sólo en la casa de mi mamá, en la cama de mi hermana.

Matias no quiere ir a dormir la siesta.
La tía Juli insiste: - dale Mati, vamos a dormir.
M: - Noooo. No quiero.
J: - ¡Daleeee, vamos!
M: - Noooo, estoy de mal humor.
J: - ¿Por qué estás de mal humor?
M: - Ufaaaa. No quiero dormir.
J: - Dale, vamos.
M: - Nooo-oooo, andá vos sola.

Matias 1 - Autismo (no verbal) 0

• Situación 2: Después de ir al jardín sin problemas por meses, este lunes no quería entrar y llorisqueaba.  

Lo acompañaba hasta la salita y después de un poco, lográbamos que se quedara.
Al tercer día de resistencia, le digo: Mati, vamos al jardín.
Nooo, no quiero.
¿Por qué no querés?
Porque me empujan todos.

Por un lado, fui feliz de escuchar una frase armada por él mismo, donde me daba la motivación y me explicaba la causa de su malestar. Por el otro, hubiera querido hacer un careo con cada niño/docente/ayudante de la escuela para saber quién lo empuja y por qué.
A hablar, fue Mr Love. La maestra le dijo que no hubo ningún episodio de violencia. Ante la insistencia de mi marido, la maestra barajó la hipótesis que tal vez ella puede haberlo empujado con insistencia para entrar en el aula o para hacer alguna tarea.
Recomendación de Mr Love, que lo trate con amabilidad y dulzura. Recomendación mía: lo volvés a tocar y te mato.

Matias 2 - Autismo 0

• Situación 3: (De este verano) Matias en el pelotero. 

El pelotero de la plaza, es un laberinto de dos pisos, con escaleras, tobogán, pileta de pelotitas, una hamaca y un tubo de bomberos para tirarse desde el piso superior al inferior. Los padres nos sentamos en frente de esta gran pared y podemos observar todo, porque está cubierto por redes.
 A Matias, no le gusta jugar solo, si no hay nadie en el pelotero quiere salir. Había otros dos nenes en el laberinto, uno un poco más grande (unos 7 años) y otro más chiquito (3 años). Aunque no hicieran lo mismo, el hecho de saber que había otros compañeros de juego, lo ponía contento.
De repente se le termina el tiempo al nene más grande. Y Matias intenta detenerlo para que no salga, pero el nene tenía que salir y a él aún le quedaba tiempo por jugar. Entonces lo convencemos para que vuelva a entrar, al ver que había quedado el más pequeño, vuelve al laberinto. De repente, el nene chiquito, tiene miedo de tirarse del caño y empieza a llorar. Entonces, Matias al escucharlo, se le acerca. Yo me levanté y me acerqué al laberinto, pensando que lo iba a empujar por el agujero del tubo del bombero! Pero no, lo fue a consolar. Primero lo acompaño a la salida del laberinto, para que el nenito se encontrara con su papá. Pero como el nene seguía insistiendo con querer tirarse del caño, mi hijo, perdón... MI HIJO! Le daba coraje (sin hablar) y le mostraba cómo tenía que poner los pies para engancharse y tirarse por el tubo. Y una vez que se tiraba, lo esperaba abajo para sostener al nene de tres años. Sí, señor. Matías, 5 años, con trastorno del espectro autista y una empatía increíble.
Obviamente, me quedé llorando, emocionada por su gesto. El papá del nene de tres, agradeciéndome por la ayuda de mi hijo, sin saber que la verdadera agradecida era yo...

Matias 3 - Autismo perdés por knock-out!