La fattoria ia-ia-oooo
"Nella vecchia fattoria ia-ia-o
Quante bestie ha zio Tobia ia-ia-o
C'è la capra-capra-ca-ca-capra
Nella vecchia fattoria ia-ia-oooo"
A veces miro a los otros padres y pienso: "qué fácil es tu vida. Todo te es tan sencillo y sin embargo, no lo valorás. Y te quejás."
Otras veces miro a otros padres, los que encuentro en el centro de terapias y pienso: "yo, no tengo derecho a quejarme, solamente puedo agradecer." Se ven casos tan tristes y dramáticos, que de verdad, hay que ser agradecido.
Pero es cierto, que cuando tenés un hijo con necesidades especiales, el trabajo es doble. Todo cuesta mucho más. Tenés que ver y prever todo, anticiparte a los acontecimientos.
El jueves 8/5, con el jardincito hicieron una excursión a una "fattoria didattica" (granja educativa).
Previamente, en la reunión de padres, nos hicieron firmar la autorización, nos dijeron que habían ido a visitar el lugar y nos expusieron el programa de actividades. Nos detallaron el menú, que por pedido de la maestra era completamente vegetariano (ahí le dije -entre chiste y verdad- que me llevaba la milanesa en un tupper... y me lo prohibió). Nos hicieron pagar €20 por niño y si algún padre quería acompañar, pagaba €10. Por lógica, hubiera podido mandarlo solo, ya que tiene una maestra sólo para él. Pero conociendo a "Miss Italia", preferí ir yo también.
Para reducir costos, en lugar de alquilar un bus, nos distribuimos en los autos de los padres que iban y así, llevé con nosotros a una compañerita con su mamá y su nonna.
A las 9, llegamos a una casona perdida en la montaña. Nos recibió una "animadora" bastante gritona y de dudoso gusto en el vestir. Después de las presentaciones, acompañó a los pequeños a un rectángulo de tierra, les entregó una plantita a cada uno y los hicieron plantarlas en la huerta (si les decia que las plantaron en el "orto" iban a pensar mal).
Después se lavaron las manos... todos en el mismo fuentón (que después del primer niño, el agua ya estaba negra) y armaron un espantapájaros (los otros nenes, porque Matías ya había escapado en dirección al fuentón, después se metió en la cucha del perro y finalmente, descubrió un tractor de arar, una tijera de podar y varios utensilios que los granjeros improvisados, habían dejado al alcance de la mano).
Les entregaron unas bolsas de arpillera, con algunas verduras. Los llevaron a una gran mesa para hacer la salsa de tomate.
Hasta ahí veníamos bien, de no ser porque eran las 11 de la mañana y no les habían dado ni si quiera un vaso de agua a las criaturas... pero era un detalle.
No te voy a contar de la comida incomible -menos mal que le llevé a Mati pan y galletitas en la mochila-, del peligro de la pileta vacía y sin protección (habían puesto unas lajas puntiagudas y unas sillas de plástico... todo muy seguro!), ni de los juegos inestables o de los animales que estaban en un recinto hecho con tubos oxidados... porque, bueno, ya estabamos ahí y soy de las que ven el medio vaso lleno y Matias se estaba divirtiendo.
Pero te cuento del gesto y la actitud que me valieron un dolor de cabeza insoportable y la bronca, con la que me fui y que aún hoy, a más de una semana de distancia sigo sintiendo.
Casi al final de la jornada, a las 3 de la tarde, hacen sentar a todos los nenes en un quincho para que dibujen. Habían acomodado unos tablones en U y en el centro, habían puesto una mesita con unas frutas y el mismo pasador de tomate que usaron para la salsa, pero esta vez lo usarian para pasar naranjas y hacer la mermelada. Encima de esta mesa, con unas berenjenas y una zanahoria, habían realizado unas "esculturas" que querían parecerse a pinguinos. Matias, apenas entró y las vió, se tapó los ojos y quería escapar. No sé qué le daba miedo... pero tenía pánico de esas berenjenas. Yo, viendo esto, agarré las berenjenas y le pedí a la maestra si podían ponerlas mas lejos, porque así él no las veía y se quedaba sentado pintando.
La maestra se lleva las berenjenas al fondo del quincho, le explica a una de las animadoras y se las da.
A los cinco minutos, vuelve la animadora gritona con las "esculturas" en la mano y le dice a la otra que estaba pronta para enseñar a hacer la mermelada: "la maestra me dijo que hay un nene que le tiene miedo a las berenjenas! jajajaja Quién le puede tener miedo? Yo las pongo acá!" Y vuelve a apoyar los socotrocos en la mesita, detrás de Matias. Yo parada al lado, mirando toda la escena. La animadora que estaba por hacer la mermelada, se gira hacia mi y riendo, me dice: "¿Quién le puede tener miedo a las berenjenas?" Entonces, yo, siempre con la misma postura (pero con dardos venenosos que me salian de los ojos) y con voz de pocos amigos (pero sin gritar) le digo: "Mi hijo es autista y le tiene miedo a ESAS berenjenas", mientras le indicaba con el dedo índice las esculturas que a esta altura me parecían abominables.
De repente, se le congela la sonrisa a la mujer. Desliza las manos en la mesa, levanta las berenjenas y desaparece... se encierra en la cocina por 10 minutos.
Matias termina de pintar y escapa a los juegos. Yo lo dejo. Voy detrás. De no ser porque había llevado a otra madre con la hija, me hubiera ido al instante. Pero no, me quedo. Me calmo. Respiro y vuelvo para el saludo final. OK. La mujer no sabía que mi hijo tiene autismo. La mujer no sabía el daño que podían hacer esas berenjenas. La mujer no sabía el trabajo que hacemos diariamente para que Matias se integre. Pero la mujer sabía lo que la maestra le había pedido y no lo hizo. Y ahí viene mi enojo. En el ningunear. En creerse más viva por no tenerle miedo a las esculturas de berenjenas. No menosprecies un pedido amable porque lo consideres idiota.
Obviamente a ese agriturismo no voy a volver nunca más. Por improvisados y maleducados. Pero como siempre, Matias me enseña. Se divirtió, jugó, bailó. Intentó liberar a los conejos, trató de meterse a la pileta varias veces, tirarse del tobogán de todas las maneras peligrosas imaginables... pero disfrutó, se cansó y vivió un día estupendo. Yo un poco menos, pero mientras viva, voy a insistir para que nadie se burle del miedo a "las esculturas de berenjenas"... hasta que mi guerrero, sea en grado de enfrentarlas y hacer un buen plato de "parmigiana" con ellas.
Quante bestie ha zio Tobia ia-ia-o
C'è la capra-capra-ca-ca-capra
Nella vecchia fattoria ia-ia-oooo"
A veces miro a los otros padres y pienso: "qué fácil es tu vida. Todo te es tan sencillo y sin embargo, no lo valorás. Y te quejás."
Otras veces miro a otros padres, los que encuentro en el centro de terapias y pienso: "yo, no tengo derecho a quejarme, solamente puedo agradecer." Se ven casos tan tristes y dramáticos, que de verdad, hay que ser agradecido.
Pero es cierto, que cuando tenés un hijo con necesidades especiales, el trabajo es doble. Todo cuesta mucho más. Tenés que ver y prever todo, anticiparte a los acontecimientos.
El jueves 8/5, con el jardincito hicieron una excursión a una "fattoria didattica" (granja educativa).
Previamente, en la reunión de padres, nos hicieron firmar la autorización, nos dijeron que habían ido a visitar el lugar y nos expusieron el programa de actividades. Nos detallaron el menú, que por pedido de la maestra era completamente vegetariano (ahí le dije -entre chiste y verdad- que me llevaba la milanesa en un tupper... y me lo prohibió). Nos hicieron pagar €20 por niño y si algún padre quería acompañar, pagaba €10. Por lógica, hubiera podido mandarlo solo, ya que tiene una maestra sólo para él. Pero conociendo a "Miss Italia", preferí ir yo también.
Para reducir costos, en lugar de alquilar un bus, nos distribuimos en los autos de los padres que iban y así, llevé con nosotros a una compañerita con su mamá y su nonna.
A las 9, llegamos a una casona perdida en la montaña. Nos recibió una "animadora" bastante gritona y de dudoso gusto en el vestir. Después de las presentaciones, acompañó a los pequeños a un rectángulo de tierra, les entregó una plantita a cada uno y los hicieron plantarlas en la huerta (si les decia que las plantaron en el "orto" iban a pensar mal).
Escuchando atentamente los consejos y con las manos en la planta
Después se lavaron las manos... todos en el mismo fuentón (que después del primer niño, el agua ya estaba negra) y armaron un espantapájaros (los otros nenes, porque Matías ya había escapado en dirección al fuentón, después se metió en la cucha del perro y finalmente, descubrió un tractor de arar, una tijera de podar y varios utensilios que los granjeros improvisados, habían dejado al alcance de la mano).
La cucha, la fuga, la alegría
Les entregaron unas bolsas de arpillera, con algunas verduras. Los llevaron a una gran mesa para hacer la salsa de tomate.
Hasta ahí veníamos bien, de no ser porque eran las 11 de la mañana y no les habían dado ni si quiera un vaso de agua a las criaturas... pero era un detalle.
No te voy a contar de la comida incomible -menos mal que le llevé a Mati pan y galletitas en la mochila-, del peligro de la pileta vacía y sin protección (habían puesto unas lajas puntiagudas y unas sillas de plástico... todo muy seguro!), ni de los juegos inestables o de los animales que estaban en un recinto hecho con tubos oxidados... porque, bueno, ya estabamos ahí y soy de las que ven el medio vaso lleno y Matias se estaba divirtiendo.
Pero te cuento del gesto y la actitud que me valieron un dolor de cabeza insoportable y la bronca, con la que me fui y que aún hoy, a más de una semana de distancia sigo sintiendo.
Casi al final de la jornada, a las 3 de la tarde, hacen sentar a todos los nenes en un quincho para que dibujen. Habían acomodado unos tablones en U y en el centro, habían puesto una mesita con unas frutas y el mismo pasador de tomate que usaron para la salsa, pero esta vez lo usarian para pasar naranjas y hacer la mermelada. Encima de esta mesa, con unas berenjenas y una zanahoria, habían realizado unas "esculturas" que querían parecerse a pinguinos. Matias, apenas entró y las vió, se tapó los ojos y quería escapar. No sé qué le daba miedo... pero tenía pánico de esas berenjenas. Yo, viendo esto, agarré las berenjenas y le pedí a la maestra si podían ponerlas mas lejos, porque así él no las veía y se quedaba sentado pintando.
La maestra se lleva las berenjenas al fondo del quincho, le explica a una de las animadoras y se las da.
A los cinco minutos, vuelve la animadora gritona con las "esculturas" en la mano y le dice a la otra que estaba pronta para enseñar a hacer la mermelada: "la maestra me dijo que hay un nene que le tiene miedo a las berenjenas! jajajaja Quién le puede tener miedo? Yo las pongo acá!" Y vuelve a apoyar los socotrocos en la mesita, detrás de Matias. Yo parada al lado, mirando toda la escena. La animadora que estaba por hacer la mermelada, se gira hacia mi y riendo, me dice: "¿Quién le puede tener miedo a las berenjenas?" Entonces, yo, siempre con la misma postura (pero con dardos venenosos que me salian de los ojos) y con voz de pocos amigos (pero sin gritar) le digo: "Mi hijo es autista y le tiene miedo a ESAS berenjenas", mientras le indicaba con el dedo índice las esculturas que a esta altura me parecían abominables.
De repente, se le congela la sonrisa a la mujer. Desliza las manos en la mesa, levanta las berenjenas y desaparece... se encierra en la cocina por 10 minutos.
Matias termina de pintar y escapa a los juegos. Yo lo dejo. Voy detrás. De no ser porque había llevado a otra madre con la hija, me hubiera ido al instante. Pero no, me quedo. Me calmo. Respiro y vuelvo para el saludo final. OK. La mujer no sabía que mi hijo tiene autismo. La mujer no sabía el daño que podían hacer esas berenjenas. La mujer no sabía el trabajo que hacemos diariamente para que Matias se integre. Pero la mujer sabía lo que la maestra le había pedido y no lo hizo. Y ahí viene mi enojo. En el ningunear. En creerse más viva por no tenerle miedo a las esculturas de berenjenas. No menosprecies un pedido amable porque lo consideres idiota.
Obviamente a ese agriturismo no voy a volver nunca más. Por improvisados y maleducados. Pero como siempre, Matias me enseña. Se divirtió, jugó, bailó. Intentó liberar a los conejos, trató de meterse a la pileta varias veces, tirarse del tobogán de todas las maneras peligrosas imaginables... pero disfrutó, se cansó y vivió un día estupendo. Yo un poco menos, pero mientras viva, voy a insistir para que nadie se burle del miedo a "las esculturas de berenjenas"... hasta que mi guerrero, sea en grado de enfrentarlas y hacer un buen plato de "parmigiana" con ellas.




Qué pedazo de bestia la mina esa por Diosssss!
ResponderBorrarbueno, al menos tu peque se divirtió.
Uh, qué experiencia! La verdad, me enojé leyendo esto y no puedo llegar a imaginarme cómo hubiese reaccionado en tu lugar. Vos estuviste muy bien. Besos.
ResponderBorrarPensé Igual que Alicia, reaccionaste muy bien y le hablaste educadamente, yo no se que hubiera hecho, quizás ni siquiera respondia o directamente empezaba a los gritos.
ResponderBorrarTu final lo dice todo, sacar lo bueno, que fue que EL estuvo bien, la pasó bien, disfrutó del día.... lamentablemente hay gente pelotuda en todo el mundo! Te felicito por tu coraje, por largarlo aca y porque se nota que sos una madraza. Abrazo!
Es una lucha diaria con las "berenjenas", yo le llamo falta de empatía, pero creo que debe haber otra palabra, y se me está escapando, es falta de otra cosa, y no logro dar en el clavo. Será falta de materia gris? Ej: conversación con las "profesionales", yo medio en palabras y medio en señas, "solo habla en frases de dos una o dos palabras (no hace oraciones, no hay verbo), pero entiende todo en español, inglés y chino". Una de las profesionales pregunta, ¿va al baño?, la cría responde "no", la profesional pregunta "¿todavía usa pañal?, la muchachita responde "si". La otra profesional dice asombrada, "pero si acaban de decir que no habla!!!". No mujer, no dije no habla, dije "entiende todo", habla en frases, 3 palabras en una frase ya es todo un logro, pero a veces pasa "baba (papá en chino) OPEN pleashhhhh" , "where OPEN?" (¿dónde está la llave? de la casa o del coche). Igual te digo que los neurotípicos o "normales" también necesitan mucho a sus padres a la edad de los nuestros, la diferencia es, que es más fácil arrojar un neurotípico a la realidad escolar que a un peque que a la misma edad tiene dificultades con sus habilidades sociales. Por otro lado, creo que somos muy afortunadas de ser la mamá de peques felices, que no sufren envidia, que no tienen malos sentimientos, que tienen un mundo donde son los protagonistas absolutos (auto), porque más allá de la ignorancia, de pensar que los autistas no conectan, no escuchan, no interactúan, nosotras sabemos que no es así, y que lo hacen todo de una manera muy profunda. Estoy segura que Mati es una criatura muy feliz, y que eso es lo que todo padre quiere de sus hijos, que sean felices. Un abrazo muy fuerte, y mucho ánimo con las batallas diarias/cotidianas (que paradógicamente no son con nuestros hijos, sino con el entorno hostil).
ResponderBorrarjajaja Falta de materia gris! Apoyo la segunda opción!
BorrarTal cual lo que decìs Fabi, nuestros hijos son felices y por eso, tenemos que estar tranquilas. Esa es nuestra fuerza.
Fe de erratas: Donde dice "paradógicamente", léase PARADÓJICAMENTE!!! Dios mio!!! jajaja A ver si pasa una Srta. Berenjena y no entiende la "paradoga". Nosotras estamos en medio de la "papirocracia", y la empleado pública de Gasalla se queda corta te digo!!!
BorrarAbrazo infinito para los 3!!!
Así es, parece que les cuesta escuchar... en el cole de mis hijos conté a los maestros que iban a tener ANTES DE COMENZAR EL CURSO sobre sus experiencias vividas y las reacciones que pueden tener sobre ciertos actos que a nosostros nos parecen normales y a mis niños un horror.
ResponderBorrarEfectivamente, pasó lo que tenía pasar, las voces de una cuidadora hizo que mi peque se escapase de la escuela y encima le "regalan" un parte sancionador, nosotros a kilómetros d ela escuela, el niño solo en la calle... menos mal que la localidad es pequeña, otra mamá lo encontró, se hizo cargo y por la tarde le devolvió al cole.
No escuchan o no quieren entender, o se creen con el don de la certeza... no sé.
Un beso, mamá valiente.
Vero, de terror. En Argentina decimos "se las saben todas", ese don de la certeza! Beso grande!
BorrarQué imbécil esa mina!! Se ve que se puso a trabajar con niños porque no se le ocurrió otra cosa para hacer, sin prepararse un poco! Aunque tu hijo no fuera autista, podría tenerle miedo igual. Quién es ella para decir a qué le tiene que tener miedo cada uno? Espero que tu respuesta le haya servido para no volver a comportarse así en el futuro.
ResponderBorrarHablaste con el jardín para quejarte del lugar deplorable al que los llevaron?
Si Sil! Hablé con la maestra que supuestamente había ido antes, a ver la location! No sabía cómo pedirme disculpas y que en el informe que tenía que presentar a la directora, iba a incluir mis "observaciones".
BorrarSos muy grosa.
ResponderBorrarUh, Mai. Imagino tus ojos con dardos venenosos. Esa señora, debería dedicarse a vender ropa, no a trabajar con niños. Ser sincero acerca de las limitaciones de uno no es fácil, por eso y aunque duela estuviste muy bien en expresarte. Si no, ella orgullosísima de las horrendas esculturas y su "educativo".
ResponderBorrarLos adultos somos peores que los niños la mayoría de las veces!
Hola Mai, otra vez ya te lo dije, pero lo vuelvo a decir: te felicito, es muy difícil dominarse para poder responder y actuar con serenidad.
ResponderBorrarEs una gran lección para todos, para Mati en primer lugar, y a los que te dirigís, más todos los que te leemos y acompañamos, seguí así leona!!
Salomé, Ali, Flachu, Ann, Anita, Mara... gracias por pasar y comentar chicas!
ResponderBorrarMe hacen tanto bien!
Son esas cosas que se hacen y dicen sin pensar... todos nos podemos equivocar, pero creo que la falta estuvo en no pedir, al menos una disculpa, no?
ResponderBorrarIgual, bien con tu reacción. Te felicito!!
Un gran cariño!!!
ADORA
Ufff por suerte la "reposición" de las berenjenas no afectó a Matías y lo solucionaste a tiempo!
ResponderBorrarLo importante es que lo pasó bien y se divertió mucho, gracias a tu companía por supuesto.
Besos
Ay Mai! la verdad es que está lleno de intransigentes, los hay por todas partes, Noto que la gente no tiene ganas de escuchar a los demás, ni mucho menos ponerse en la piel del otro. Por suerte Mati puede sacar ganancia de todo, ya vos te felicito por tu firmeza
ResponderBorrarAbrazo grande