Mi rey mago

No me trajo ni oro, ni incienso, ni mirra (menos mal, porque excepto por el oro, no sabría qué hacer con los otros dos regalos!).
Este rey mago, me trajo un don mucho más importante y precioso... una palabra.
Estábamos solos, Mati y yo. Como tenía que terminar un trabajo, lo había dejado en el living con los dibujitos. Después de un rato, cuando se le terminaron, viene a la mesa de la cocina y se me trepa en la silla donde estaba sentada yo. Abandono lo que estaba haciendo y lo abrazo. Le digo lo mucho que lo amo. Me mira. Entonces aprovechando que sus ojitos me veían, empiezo a decirle "ma-ma". Y veo que me mira la boca e imita el movimiento de los labios pero sin emitir sonido. Se lo repito varias veces más y lo animo a que lo diga. Y así, como regalo de reyes, siento con la misma pausa y la misma entonación... que mirándome a los ojos me dice: "maaa-mmaaa".
Con lágrimas en los ojos, me lo apretujé y besé todo. Y estaba sola, sin nadie que lo haya escuchado. Tampoco sé si lo dijo sabiendo que yo era su mamma. Pero a mí, este regalo de mi rey, me alcanzó para darme más fuerzas, para seguir peleándola y para hacerme sentir la persona más rica de este mundo.