Cuestión de actitud

Cuando iba a cuarto grado, la señorita Silvana nos hizo contar cuántas veces en un día habíamos dicho "Gracias" y "Por favor". En ese momento, me dí cuenta que eran realmente pocas. Ella nos enseñó que nadie tiene la obligación de hacer ciertas tareas, pero que las hace sin pedir nada a cambio, entonces lo mínimo que se merece es un simple "Gracias".

A partir de ese momento, empecé a agradecer mucho más y a pedir por favor.

Cuando yo hago las cosas, no espero que el otro me devuelva el favor, pero sí pretendo que entienda que no estoy obligada a hacerlo.

Odio la ingratitud. Soy una persona agradecida y muchas veces me quedo mal porque los otros no lo son. No quiero entrar en particulares que pueden herir susceptibilidades, pero lo mínimo que tenías que hacer si te hice la gigantografía y la imprimí de mi bolsillo, te adorné el salón sola y me inflé todos los globos arruinándome los dedos para atarlos, dejando a mi hijo todo el día y bañándome y planchándome el pelo a las corridas para llegar en horario, vacié mi memory-card, te saqué las fotos cuando abriste los regalos, cantaste el feliz cumpleaños, soplaste la vela y cortaste la torta, besaste a tu marido y a tus hijos... esperaba que pudieras decirme un simple "Gracias" al final de la fiesta o en lugar de sacarte la foto solo con tu hermano (y no te la saqué yo!), sacarte la foto con toda la pequeña familia Love.

No hay que hacerse mala sangre, pero me molestó la actitud... Sabelo.

Y me voy cantando... "Son las cosas de la vida... Son las cosas del quererrrr... No tienen fin ni principio, ni tié cómo ni por qué!"