De bodas y funerales

Los míos de estos días no fueron bodas reales ni funerales papales... fueron acontecimientos de gente común, más sencillos y menos multitudinarios pero no menos importantes.

Si bien ya les conté cómo son ambas ceremonias en Sicilia, casi nueve años después de vivir en este suelo, no dejan de sorprenderme. Dejemos de lado el velorio, que son acontecimientos tristes y dediquémonos al casorio, que tengo mucho material por contar.

Resulta que se casó Claudia, la cuarentona (43) del grupo. Claudia es bajita, rubiecita, buen físico y mejor delantera. Si la ves, no le das más de treinta años. Es costurera.
Cuando la conocí, estaba de novia con Giuseppe B., se estaban construyendo la casa en el terreno de los padres de él y ella elegía los mosaicos y griferías. En aquélla época, ninguno de los dos tortolitos eran santos de mi devoción, los unía una característica: ambos eran tacañísimos y aprovechadores. Al año siguiente, Giuseppe se va a trabajar a Milán, porque aquí no encontraba un puesto a su altura. Después de unos meses de milanés, le manda un mensajito al celular... diciéndole que la dejaba, porque estaba confundido... se le había terminado el amor. Escuálido como pocos, no tubo siquiera el coraje de hablar... Al tiempo supimos que no se le había terminado el amor, simplemente se le había movido hacia una compañera de trabajo peruana.
Recién ahí, conocí un poco mejor a Claudia. ¡Cuánto lloró por este desgraciado!
La verdad es que pensé que se iba a quedar solterona y amargada... pero no! Se dedicó a salir, conocer gente nueva y reencontrarse con gente vieja. De repente, el año pasado en uno de los tantos casamientos a los que me invitaron, la ví con un acompañante: Mai, te presento a Giuseppe B. (OK, se llama igual que el ex de nombre y coincide la inicial del apellido pero no es el mismo!)
Y ahí me enteré que este, fue su primer noviecito -de allá lejos y hace tiempo- que por las cosas de la vida, se perdieron de vista... y ahora se volvieron a encontrar. Y se encontraron bien, porque el 27 de abril se casaron!
Obviamente, previa al casorio estuvo la despedida de soltera (para Mariana que me dice que en mi blog abundan las despedidas porque en Italia se casan mucho!)... y esta vez, las amigas se pusieron las pilas, estuvo bien organizada y a pesar del budget reducido -como siempre!- salió buenísima!
Le hicimos una búsqueda del tesoro por el centro de la ciudad, ella vestida de mucama sexy y todas nosotras que la seguíamos con una estola de plumas fuxia (un divinor!).

El matrimonio fue emotivo. A Claudia la sigue como una nube de mala suerte... el padre, estaba que entraba y salía del hospital... que no sabían si llegaba a la boda. La madre se cayó de la escalera cinco días antes y pegó con la cara en un escalón, quedando con un perfil violáceo y otro normal. Dos días antes, se probó el vestido y no le cerraba... la única esposa que engorda en lugar de adelgazar. El día anterior al matrimonio, diluvió. Pobre mujer, no le daban tregua.
Sin embargo, el miércoles todo fue sereno y conmovedor. No llovió aunque el cielo estuvo gris, la acompañó su padre al altar ayudado por un bastón pero pudo caminar por la alfombra roja, a su mamá la habían maquillado tan bien que ni se veía el moretón y a ella le cerró el vestido!

El vestido. Personalmente no me gustó, tanto volado y moño era demasiado... pero le quedaba bien y lo lucía con elegancia. Sino miren...

Distintos momentos de la boda. En la foto de abajo se ven los padres de la esposa.

Nota a parte se lleva Matias, que se portó tan mal y le agarró tal ataque de llanto histérico que tuve que llamar refuerzos -o sea mi madre- para que lo viniera a buscar y se lo llevara a casa antes de que cometiera un "hijicidio"!

Y eso es todo amigos... ah! A Claudia le hice las participaciones y los menúes, le encantaron y se la pasó elogiándome toda la fiesta.

Mientras tanto, vengo a full con trabajitos de gráfica, así que sepan disculpar mis ausencias...