Yo me quiero casar (25)

"Blanca y radiante va la novia,

Le sigue atrás un novio amante,

Y que al unir sus corazones,

Hará morir desilusiones.



Ante el altar está llorando,

Todos dirán que es de alegría,

Dentro su alma está gritando,

Ave María!



Mentirá también al decir que sí,

Y al besar la cruz pedirá perdón,

Y yo se que olvidar nunca podría,

Que era yo aquel a quien quería.



Blanca y radiante valanovia,

Le sigue atrás un novio amante,

Y que al unir sus corazones,

Hará morir desilusiones.



Ante el altar está llorando,

Todos dirán que es de alegría,

Dentro su alma está gritando,

Ave María!

Ave María!"

(Antonio Prieto - La Novia)

La novia llegó al altar y se largó a llorar desconsoladamente al ver al novio. Si uno no supiera que se casaban porque realmente se amaban, después de diez años de noviazgo y juntando plata con tantos sacrificios, podría pensar que la estaban obligando a casarse y por eso lloraba tanto. Pero no, solamente era tensión acumulada y se permitió un llanto liberador por unos minutos. Después vino la ayudante del fotógrafo le secó las lágrimas y empezó la ceremonia. Es extraño, pero los fotógrafos tienen como un acuerdo con los curas, que les permiten meterse en cualquier lugar del altar para que tengan las mejores fotos. Como si publicitaran la iglesia, fotos más lindas implican mayor cantidad de novias deseosas de casarse allí, aumenta la popularidad y con ella los ingresos.

El párroco de mi ciudad natal no era tan accesible o no tenía esta visión comercial y más de una vez le desenchufó el alargue al fotógrafo del pueblo.

Mr Love se había encargado de las contrataciones musicales. Para la iglesia violines, clarinete, órgano y una voz femenina que ponía la piel de gallina. Para la fiesta, una banda de músicos divertidos, que no pararon de cantar en toda la noche.

Después de la iglesia, los novios iban a sacarse fotos y nosotros los seguimos. Eran las cinco de la tarde y teníamos que hacer tiempo hasta que se hicieran las ocho para ir a la sala a cenar. Nos fuimos a la playa a esperar el atardecer para que hiciera de escenografía natural a unas fotos perfectas. Era bastante ridículo vernos todos vestidos de gala y con los tacos altos, caminando por la arena o sentados en los paradores playeros tomando un trago.

Cuando fuimos a la sala, me relajé, después de todo... yo no era la que se casaba. Además ya conocía a casi todos los parientes, excepto a aquél tío de Mr Love que lo basureaba desde siempre y lo dejaba mal parado con sus comentarios antipáticos.

Mirá cómo es la vida! Cuando Mr Love me lo presentó, me apretó fuerte la mano, me encajó los dos besos, lo felicitó por la novia y a mí, me habló maravillas de mi novio, diciéndome que era una persona excepcional. El viejo baboso no me sacó los ojos de encima y después me enteré que lo agarró aparte a mi chico para felicitarlo nuevamente por “la argentina” que se había encontrado. Resultó ser que casi terminábamos siendo parientes con el susodicho tío, porque era hermano de una cuñada de mi nonno.

Un tema que despertaba curiosidad entre los invitados era mi trato para con mis suegros. En Sicilia, existe la usanza de llamar a los suegros como “mamma” y “papá”. Pero a mí, no me sale. Para madre y padre, tengo los míos, que a fuerza de bancarme y criarme se han ganado estos “cargos”. ¿Por qué tendría que decirle mamá a mi suegra? No me sale. Y esto mismo se lo planteé. Le pregunté a mi suegra cómo quería que la llamara y convinimos en que darle del tú y llamarla por el nombre, le andaba bien. Desde el primer día fueron Anna y Pippo y lo siguen siendo ocho años después.

Esta conversación banal, para muchas personas es un tabú. Muchos italianos no nombran a sus suegros. Les pueden dar del tú o tratarlos de usted, pero no los llaman por nombre ni tampoco le dicen señor/a. Este es el caso de Florinda o de su marido, que a sus suegros les dan del tu, pero al momento de decirles el nombre, no les sale y si los tienen que llamar de lejos... no lo hacen, se acercan hasta donde están y les hablan o esperan el contacto visivo para que se den cuenta que les están hablando a ellos.

Cuando algunos parientes de mi suegra le dijeron: “Mai te tutea y te llama por tu nombre!” -Entre sorprendidos y horrorizados porque no le decía “mamma”. Mi suegra los cortó enseguida y les dijo: Al menos mi nuera me llama de alguna manera! Y les mató el punto a los demás que vivían ignorados por sus hijos políticos.

El casamiento de Florinda y Tony, estuvo inolvidable. Nos divertimos tanto y bailamos hasta las 4 de la madrugada (cosa rara en los casorios italianos), después nos fuimos a desayunar a la casa de los novios... nada de dejarlos a solas para que tengan su noche de bodas, los invadimos sin pudor. Y para sorpresa de los recién casados, al llegar al nidito de amor se encontraron con un desastre. Generalmente se les hacen bromas... pero los amigos del novio, se lo tomaron muy en serio. Llenaron el baño de fideos, la bañera, el bidet, el lavabo... todo lleno de fideos y después abrieron el agua, así que para lavarse tenían que sacar la pasta... porque sino se les tapaba todo y empezaban la vida de casados con las cañerías obstruídas (está bien que tienen al plomero en la familia –Mr Love–, pero tampoco daba para hacerlo trabajar el día de la fiesta!) En el dormitorio, hicieron una maldad de una paciencia increíble. Desparramaron por todo el piso de la habitación, pegaditos uno al lado de otro, vasos descartables y los llenaron con agua, entonces para llegar a la cama, tenían que ir vaciándolos de a uno y cuidadosamente, porque un paso en falso y se les inundaba todo. La cama estaba llena de sorpresas, la cocina también pero dejaron la cafetera libre para poder tomar un cafecito. Por suerte el living estaba libre y allí nos sentamos todos descalzos a descansar un poco. Florinda al ver las condiciones en las que habían dejado su casa, casi se pone a llorar, pero con las otras cuñadas la ayudamos a sacar los vasos de plástico del cuarto, así por lo menos podía hacercarse al placard y sacarse el vestido de novia. No tengo fotos del momento, pero guardo en mi mente la imagen de nosotras en cuatro patas con el balde al lado, vaciando despacito los vasos del piso.

La verdad es que nunca tuve intenciones de casarme, siendo una persona fiel mi mente no necesitaba de un pedazo de papel que me legara a ‘mi amor’ o que me dijera que tenía derechos y obligaciones con él. Y viendo toda esta pompa y el teatro que se creaba para la ocasión que te venden todos como “el día más importante de tu vida, que se supone único e irrepetible”, menos ganas me daban de dar el gran paso. Pero todavía quedaba mucho camino por recorrer y no sabía que mis ganas cambiarían de parecer.