Yo me quiero casar (24)

Vivir en un pueblo siciliano, muchas veces es como estar en el set de una película o como si viajaras en el tiempo, varias décadas atrás.

Fotografías de partecitas de mi ciudad hechas por fotógrafos locales.

Además de encontrar callecitas angostas y edificios antiguos, llaman la atención las ancianas vestidas de negro de los pies a la cabeza, la ropa colgada en sogas que cruzan la calles, las vecinas que hablan de balcón a balcón y los viejitos sentados en la puerta con la típica gorra siciliana siempre puesta. Es pintoresco y puede fascinar al recién llegado, pero después de un tiempo, se puede volver pesada tanta tradición inmutada en el tiempo.

El primer tiempo de adaptación fue difícil porque todo cambio lo es, pero además, porque me costaba entrar en esta mentalidad cerrada. Algunas supersticiones y costumbres, me causaban gracia, otras me asombraban por ridículas.

Mi suegra, tiene la misma edad que mi madre, pero con la mentalidad de mi abuela. El matrimonio de la hija, no iba a apartarse de los ritos tradicionales, a pesar de vivir en la era del año dos mil.

Ya les conté del ricevimento, con la muestra de la casa de los futuros esposos y el recuento de dinero. El de mi cuñada fue igual que el de la chica anterior, pero con dos diferencias: mucho calor y mucha gente en un departamento de dos ambientes. Si pensaba que me iban a observar el día de la fiesta, me equivoqué, porque tanto las presentaciones que me faltaban como las ojeaduras que preveía las tuve ese día. Por un rato me sentaron a escribir invitados y el regalo que aportaban en un cuadernito, hasta que Mr Love me salvó y le cedí mi puesto a una prima. Para el casamiento de Florinda yo no tuve que preocuparme por el regalo (además porque no tenía plata para hacerlo!), lo hizo Mr Love por los dos y puso mi nombre también. Le “regalamos” la tele grande y el home theatre.

Otra exposición que ya está en desuso, pero que mi suegra quiso hacer igual, fue “la roba esposta”, consiste en abrir toda la blanquería de la novia, para que las mujeres de la familia la vean y admiren. Entonces, se ven toallas, sábanas, manteles y todo lo que la madre de la novia haya comprado y/o confeccionado con sus propias manos a lo largo de los años (la mayoría empieza a armar “il corredo” cuando las hijas son apenas unas adolescentes, sin saber si conseguirán novio o querrán casarse algún día!).

Cuando fui a ver las cosas de mi cuñada, me encontré con un montón de cosas bordadas, con apliques de puntillas y con unos trabajos que mi ignorancia costureril no podían calificar. Pero a todo ponía cara de asombro y le respondía “Qué bello! Maravilloso!” y mi suegra contenta. Eran sábanas como las que tenía mi nonna, esas hechas en casa con los hilados, que forman dibujos bordados y calados en el hilo. Era realmente lindo, pero no iba con mi estilo moderno. De solo pensar que había que planchar tanta borla y puntilla o lavar a mano para que no se estropee, me venía el dolor de cabeza. A mi dame todo sencillito y sin demasiada vuelta, y por sobre todas las cosas, que vaya derechito al lavarropas.

Otro ritual previo al matrimonio es “armar la cama”. Un jueves, anterior al matrimonio, se convoca a las solteras de la familia (las más allegadas) para que extiendan las sábanas del futuro lecho conyugal y sin que la novia lo vea, se le pone alguna “jodita” –tipo papel higiénico, granos de arroz, o algo que obligue a los recién casados a desarmar la cama y volver a armarla–.

Entre medio de tanta seriedad, se vino el "addio al nubilato", es decir la despedida de soltera. Como siempre, yo metida en el medio. A pesar de conocerla poco, porque habían pasado solamente tres meses desde la presentación oficial, me tuve que arremangar y ponerme a inventar cosas para la despedida de soltera de mi cuñada. Con la ayuda de sus cuñadas (Tony -el futuro marido- tiene 3 hermanas mujeres) y de algunas amigas, le hicimos la despedida. Eramos todas unas muertas de hambre, sin un mango, así que la creatividad y la imaginación tenían que abundar. Como ya había pasado el "ricevimento" y todas las muestras posibles, teníamos el departamento (nidito de amor) disponible. Así que lo aprovechamos. Le hicimos creer a la novia que habíamos contratado unos streepers... para todo esto, de acuerdo con las otras cuñadas, me habían hechado la culpa a mí (la americana liberal recién llegada) que yo lo había contratado y organizado... Marianna, una de las hermanas del novio, se hacía la ofendida y preocupada... porque si se enteraba el marido que venían tipos a hacernos el show se iba a enojar y Florinda preocupadísima... Todas actrices estupendas! La cosa fue que como dije, el vil metal escaseaba pero el ingenio se agudizaba. Le hice un video y unos juegos con fotos retocadas, las amigas le regalaron algunas cositas y después vino el plato fuerte. En realidad, habíamos armado con una sábana blanca y un reflector a contraluz un escenario, donde los muchachos iban a hacer el show y se iban a desnudar. Todo empezó con nervios, risas y gritos femeninos histéricos. Detrás de la sábana empezaron a moverse al ritmo de la música y a revolear prendas... hasta que Florinda dice: pero este zapato lo conozco! Es de mi hermano!!! Y ahí nomás encendimos las luces y nos tiramos al piso sin parar de reirnos... el misterio de los boys había sido descubierto, no eran más que Tony (el novio), Antonio (mi primo) y Mr Love. Que se habían prestado para la joda. Y terminamos uniendo las despedidas de los novios yendo todos a bailar a un parador en la playa y tomándonos hasta el agua del mar.

"I'm too sexy for my love
Too sexy for my love
Love's going to leave me
I'm too sexy for my shirt
Too sexy for my shirts
So sexy it hurts
And I'm too sexy for Milan
Too sexy for Milan
New York and Japan
And I'm too sexy for your party
Too sexy for your party
No way I'm disco dancing
I'm a model you know what I mean
And I do my little turn on the catwalk
Yeah on the catwalk on the catwalk, yeah
I do my little turn on the catwalk
I'm too sexy for my car
Too sexy for my car
Too sexy by far
And I'm too sexy for my hat
Too sexy for my hat "
(Right Said Fred - "I'm Too Sexy")

El último evento previo al matrimonio es la serenata (es el único evento que me gusta y que agradezco que no se haya perdido con los años). La madrugada anterior a la boda o algunos la hacen dos días antes, para que la novia no llegue al casamiento pateándose las ojeras, el novio le hace la serenata a la futura esposa. Para ello contrata unos músicos e invita a amigos y parientes para que asistan a esta demostración y declaración de amor. Le lleva un ramo de flores a su amada y empieza a cantarle debajo de su ventana.

Para la serenata de Florinda, Mr Love estaba más nervioso que nunca. Hasta tuvo que volver a la casa porque se había olvidado la guitarra. La cita era a medianoche en la plaza que queda a dos cuadras de la casa y cuando llegaron todos, nos fuimos caminando en peregrinaje hasta la casa de mis suegros. A los pocos minutos de la primera canción, se encendió la luz del cuarto y mi cuñada se asomó al balcón. También se asomaron todos los vecinos de las casas y edificios cercanos, no para insultar sino para participar con alegría del evento. Después bajó la futura esposa, saludó al novio y bailaron una tarantella juntos, pero no como estamos acostumbrados a ver bailar las tarantellas revoleando las piernas y aplaudiendo debajo de las rodillas, esta era una tarantella romántica como un vals. Seguimos cantando y bailando hasta las dos, hicieron brindis en rima en honor a los novios y a los suegros. Y después nos fuimos cada uno a su casa, para prepararnos para el gran día.

El 13 de agosto por la mañana fui a la peluquería. Esta vez, a una con pinta de barata y sin tanta recomendación. Yo opto siempre por la cabellera suelta y sin tanto firulete, pero acá se usa la “acconciatura” o sea el peinadete rebuscado y recogido. Digamos que con mi cara de torta nunca elijo despejarla demasiado, pero siendo que hacía muchísimo calor y con la humedad y la transpiración no iban a resistir mis pelos planchados sin inflarse, opté por seguir la corriente y alzarme las mechas.

A las tres de la tarde ya estaba peinada, cambiada, maquillada y perfumada para la ocasión. A pesar que uno se derretía a la sombra, me puse el foulard para cubrir los hombros (porque no se puede entrar a la iglesia con la espalda descubierta) y me llevé el abanico que fue mi mejor aliado en todo momento. Fui a la casa de Mr Love y me encontré con una novia emocionada pero para nada nerviosa. Nos sacamos fotos entre nosotros cuando el fotógrafo nos dejaba y después partimos a la Iglesia, por suerte mi cuñada había invitado a mi hermana (que la había conocido y se llevaba mejor que conmigo!) y a Antonio, mi primo. Yo me fui con ellos, porque Mr Love hacía de chofer...

Con mi cuñataí y con Mr Love, luciendo mi vestido (solapa Blancanieves) de color bronce