Yo me quiero casar (21)

La chica que se casaba, trabajaba como promotora para la agencia y había invitado a mi jefe, su mujer y a mí.

Una semana antes del casamiento, decía en la tarjeta que hacían el “ricevimento”. Ahora no tiene secretos para mí, pero en ese momento, nunca lo había sentido nombrar, no sabía de qué se trataba y nadie me explicaba demasiado. Había leído en la invitación que agradecían el regalo en un sobre, es decir: dinero. Preguntando a la mujer de mi jefe cuánto se tenía que regalar, me dijo que al menos 50 euros. Yo que ya me había gastado una cifra en la peluquería, no tenía tanto para darle. Entonces me dijeron que si quería, también le podía regalar algo para la casa, que no estaba mal.

¿Y cuánto puedo llegar a gastar? Y... unos 35...

Bueno! Pero seguro que quedo bien?

Siiiiii.... olvidate!

En el negocio de mi primo Antonio, le compré un cuadro divino con un marco ancho en algarrobo. Y además, me hizo un descuento y me lo pasó a 25.

Cuando llegamos a la casa el día del ricevimento, todos se aparecían con el sobrecito y yo con semejante armatoste que evidentemente no era efectivo! El lugar explotaba de invitados, entré esquivando personas y tratando de no matar a ninguno, hasta que me encuentro con la futura esposa. Ella vestida de largo y con un peinadete todo recogido como si fuera a la gala de la ópera, el novio con traje y corbata, los testigos y suegros, vestidos como los esposos... por suerte el resto de los invitados iban vestidos normales. La casa, hiper amueblada y por supuesto ya tenía cuadros y cuadritos colgados. Así que ya me sentí mal apenas ví las paredes.

-Pero los italianos tienen la fiebre de las paredes peladas, no las pueden ver vacías y cargan los muros con cuanto cuadrito encuentran, así que pensé que quizás agradecerían mi regalo-

Ni les cuento cuando la esposa vió que no llevaba sobre y que mi regalo era un cuadro! Le dije, si no te gusta, lo podés cambiar... (tierra tragame! Ella esperaba dinero porque en caso contrario, ella tenía que poner efectivo de su bolsillo para bancar mi cubierto... Pero nadie me había dicho esto!) Con un “qué lindo” de circunstancia, lo apoyó detrás de la mesa principal, donde había un gran adorno floreal y un gran jarrón de cristal donde depositaba todos los sobres con dinero.

Después de un rato, cuando me estaba recuperando del mal momento del regalo y mientras me hacía la visita guiada por la casa, mostrándome el dormitorio, el cuarto de huéspedes, el baño... la futura esposa me dice, vení que te presento a mi cuñada “que habla como vos”. La cuñada era una chica peruana, que había conocido a su novio (el hermano del futuro esposo) en Alemania, donde ambos vivían. El detalle era que ella no sabía italiano, pero sabía el alemán. Y su novio, no sabía ni el alemán ni el castellano, solo italiano. Así que se entendían a los chapuzones... ella le hablaba en castellano y él le respondía en un castellano a la italiana. La peruana estaba tanteando el terreno, porque los alemanes le parecían muy fríos y quería mudarse a Italia. Estuvimos hablando un rato contando nuestras experiencias en tierras ajenas, hasta que se hizo “la hora del recuento”.

Los novios empezaron a contar la plata del jarrón... era como comer adelante de los pobres!!! Yo que todavía sufría por los casi 50 mangos gastados en la peluquería y estos que habían superado los diez mil euros y seguían contando...

Con el último billete, dijeron la cifra en voz alta € 15.750 y todos aplaudieron. Después nos fuimos, porque los familiares más cercanos y amigos íntimos se quedaban para cenar con los novios, pero al resto "tasa tasa cada uno a su casa".

El jueves, era el día del casamiento. El día antes, mi jefe me dice que no podíamos ir a la iglesia porque era a las 16,30 la ceremonia y teníamos que trabajar, íbamos directamente a la fiesta. Aunque me hubiese encantado ver mi primer casamiento a la italiana, no me lamenté porque emperifollarse a las 4 de la tarde y con 38° a la sombra, no era demasiado lindo.

La mañana no había comenzado muy bien, el teléfono no paraba de sonar y el trabajo se me iba acumulando. Si a esto le sumamos que viene la mujer del jefe y me dice: Ay! Tenía turno en la peluquería a las 11 y son las 11,30 y todavía sigo dando vueltas... Sus vueltas eran decirme: llamá a la peluquería, llamá a fulano, llamá a menganita, llamá acá, llamá allá...

Pero bueno, no importa, total con el tiempo que me quedaba en la pausa del almuerzo, me bañaba, me secaba el pelo, me hacía la planchita y para la noche, con un retoque ya estaba.

A la una menos diez, me llama Giusy, la mujer del jefe -desde su casa-, y me dice que espere en la agencia que me tenían que llevar el traje del jefe de la tintorería...

- No te vayas antes de que llegue eh! Ahhh y otra cosita, yo salgo a las 8 y te paso a buscar, estate lista que después vamos a mi casa y entonces me arreglo y me cambio yo así nos vamos los tres desde allá.

- Pero Giusy, yo salgo a las 19,30 de la agencia... hasta que llego a mi casa y me arreglo, no hago a tiempo a estar lista a las 8!

- Bueno... decile a mi marido que te deje salir cinco minutos antes!

Grrrrrrrrrrrrr... cómo le hacía entender que Cenicienta también tenía derecho a arreglarse!

- OK, vos pasá, si estoy lista voy...

Tenía una calentura encima!

La señora podía ir a la peluquería, hacer todas las boludeces que quería y yo en 15 minutos tenía que arreglármelas. Para colmo tenía que clavarme a esperar el traje del marido y robaba minutos de mi almuerzo... Por suerte la chica de la tintorería fue bastante puntual y a la una y diez ya me estaba yendo para casa.

Almorzamos y le digo a mi mamá que me controle un poco los botones de lo que me iba a poner, porque desde que había llegado a Italia había tenido un aumento de “volumen pectoral” y no quería matar a alguien de un botonazo.

Mi clásico para las fiestas era un pantalón palazo entero negro (no ajustado tipo catsuit) sino un enterito entallado, pero sin ajustar demasiado. En la parte de adelante se cruzaba tipo smoking con un cinturón con la hebilla de strass y los botones del mismo material. La tela era tipo crepe de seda (no brilloso) y tenía una solapa de organza blanca. Era un atuendo simple y clásico, que en Argentina me sacaba de apuros y aunque engordara o adelgazara, me venía igual.

El budget disponible para el casamiento se había agotado con la peluquería y el regalo, el resto de mi sueldo había ido al fondo común familiar. Así que pensaba arreglarme con lo que tenía en el ropero.

Mientras me lo estaba probando, mi mamá me alargaba un poco el dobladillo y yo pensaba con qué zapatos ponérmelo... llega una chica, que le hacía masajes linfáticos a mi hermana porque por estar todo el tiempo parada en el trabajo se le hinchaban las piernas. Yo cero confianza con la masajista, nunca intercambiamos más de un saludo. Esta vez me mira de arriba a abajo y con su mejor cara de asco me dice:

¿tenés una fiesta?

Sí, un casamiento, esta noche.

Ahhhh... y sos muy amiga de la novia?

No, es una chica que trabaja donde trabajo yo y me invitó.

Ahhh... no sos tan allegada, menos mal! Y... no tenés otra cosa para ponerte?

(De qué estás hablando Willys??? Noooooo!!!)

Si me permitís... ¿puedo darte un consejo?

Sí, decime...

Yo que soy de aquí, te digo que... eso no se usa más! Estás fuera de moda! No tenés un vestido o una pollera... otra cosa!

Y no, no tengo... (y ni tampoco tengo idea qué se ponen para ir a un casamiento!) Y ahora qué me meto???

Menos mal que justo llegó mi hermana para su sesión de masajes, porque si seguía así, le estrangulaba a la masajista!

¿Y ahora qué hacía? Me voy a la cocina, ya entrada en cólera y desesperación y le digo a mi mamá casi llorando... “La minita que hace masajes, me dijo que estoy pasada de moda con esto y ahora qué me pongo!?!” Guaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa

Mi vieja tratando de tranquilizarme, me dice: No, pero si es negro y clásico... cómo?

Hagamos una cosa, subí y preguntale a Nocciola.

A pesar que no reinaba la simpatía entre nosotras y que Nocciola no era la reina de la moda precisamente, me podía orientar medianamente en lo que se ponen para ir a un casamiento.

Cuando subo, estaba ella tirada en un sillón y la novia del hijo que le limpiaba la cocina (porque la suegra se cayó y se dobló un tobillo - Nocciola decía que no podía moverse cual paralizada de telenovela!).

Pensé que si al menos Nocciola se divagaba con sus comentarios y su ropa llena de lentejuelas, al menos la nuera, más jóven y normal, me podía decir algo más coherente.

Les pregunto, me miran, les doy la vueltita y me dan el veredicto.

Nocciola me dice: Muy elegante no es, pero vos no tenés ningún parentezco con la chica... ni siquiera sos tan amiga, así que vas bien.

La nuera me dice: Estás bien. Es clásico y negro. El negro nunca pasa de moda.

“No es muy elegante” pero qué se ponían para ir a un casamiento?!

Igualmente sus comentarios no me convencieron. En un intento desesperado, llamó a Mr Love, no por su gusto en indumentaria –que dejaba bastante qué desear- sino para saber si su hermana me podía ayudar o al menos darme su opinión. Mi cuñada se viste bien y sabrá decirme... y si no, de última me puede prestar algo suyo... Pero Florinda no estaba.



Comentarios

  1. Este comentario ha sido eliminado por el autor.

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  2. Ay!!! pero que feo momento! pero esa gente no se daba cuenta que vos no eras de ahí y que no sabías? Son jodidos los italianos eh! y si lo sabré mas que nadie...mi jefe es uno de ellos.

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  3. Qué desesperación!!! No estar conforme con lo que llevás y encima estar a contrarreloj!!! Lo odiooo!!!

    Son bravos eh? Y lo del ricevimento es horribleee!!!!

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  4. Aayayaya, qué horrible en serio che. Me hicise acordar a la cinderella todo el tiempo!!

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  5. Ay que terrible no tener otra cosa para ponerte, ni tener a nadie para que te preste!
    Es medio choto eso de que al final el cubierto se lo paga el invitado. No es raro porque algunos ya lo hacen acá. No sé, uno esta acostumbrado a que a veces sin un mango, asi y todo organizas un cumpleaños, o los chicos jovenes su casamiento juntado peso por peso, y no se te ocurre hacercelos pagar a los demás.
    Aunque una ayuda viene bien!

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  6. ¡¡Se juntaron la madrastra de Cenicienta, las hermanastras y todos los maleducados que pasaban por el barrio!! ¿Nadie les enseñò un poco de gentileza a esta gente?

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  7. Pero tan elegantes son los tanos??? A mi ese atuendo me parece bárbaro, por tu descripción suena muy bien. Cuanta historia que tienen xd!
    El ricevimento es para "ricevir" la guita finalmente ahjajajaj! son de terror!
    Che, como hiciste para aumentar el "volumen pectoral"? pasame la receta! =D
    besos

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  8. Mujer: cuando quieren, pueden ser tan jodidos como divertidos... làstima que casi siempre es la primera opciòn!

    Madie: Yo estaba conforme hasta que apareciò la tarada de la masajista, si ella no hubiera hablado, yo estaba tranquilita...

    Princesa Adora: Cinderella siciliana! Ja!

    Ceci: Lo peor es no saber quién te dice la verdad... Y si, lo del “ricevimento” a mi tampoco me gusta demasiado, pero como cuando te casàs tenés toda la casa perfecta, al menos no gastàs en la fiesta porque se la pagan los invitados... Siempre que te regalen suficiente y no tengas que poner guita de tu bolsillo!

    Ashiku: Genti... what? No existe ni la diplomacia ni la gentileza italiana.

    Any: Son unos escrachos! A veces se pasan de mambo de tantas cosas que se tiran encima... Y lo del volumen pectoral, la verdad no sé si fue el aire de mar o que Mr Love me trabajò bien... jeje! =P

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  9. Que yegua la de los masajes linfáticos! la matoooooooooooooooooooooo

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