Yo me quiero casar (9)

Me di cuenta que mi pregunta lo sorprendía (también a quién se le ocurre mandarse así como un caballo!) y con una media sonrisa me dice:

¿Por qué me preguntás eso?

Simple curiosidad... como los ví tan pegoteados y que se saludaron efusivamente, supuse que eran novios y quizás pidiéndote que nos trajeras a casa te ocasionamos problemas... (¡no sabía cómo zafar!)

Hizo una pausa y me dijo: NO.

¿NO tenías problemas en traernos o NO es tu novia?

NO a ambas. No tenía ningún problema en traerlas ni tampoco es mi novia. Es una amiga nada más, no tengo novia.

Ah, OK. Buona notte!

Me bajé del auto y entré a la casa de mi tía. Mi hermana me esperaba en el pasillo a oscuras. Apenas entré me pregunta ¿Y?
¡¡¡No tiene novia!!!
Esa noche dormí con una sonrisa estampada en la cara. Ahora con la certeza que Mr Love era libre, podía acercarme a él, solamente tenía que confiar en mis propios medios de seducción (?).

Antonio intuyó que me pasaba algo con Mr Love y mi hermana se lo confirmó. Entonces dijo que iba a tratar de ayudarme. El problema era que cada vez que salíamos, Mimmo se me pegaba como una sanguijuela. Se me sentaba al lado, me hacía comentarios, me ofrecía tragos, me alisaba el pelo o simplemente abría la puerta y me dejaba pasar. Era evidente que quería hacer buena letra para obtener algo más, pero lejos estaba de ser él mi objetivo.

Un sábado, Antonio organizó ir a bailar a otra ciudad y como venían otras chicas también, Mimmo fue en su auto con ellas y nosotros cuatro en el coche de Antonio. A la ida nos sentamos con mi hermana atrás, Mr Love de copiloto y Antonio al volante. Noté que Mr Love estaba como más suelto, me hacía chistes con doble sentido y solito se acercaba un poco a mí. No sabía si Antonio le había insinuado algo y por eso se animaba, si mi pregunta me había dejado demasiado descubierta o si era porque Mimmo no estaba y podía osar un poquito más. Igualmente cuando llegamos al boliche, no hicimos más que bailar y reirnos. A la vuelta, viajamos Mr Love y yo atrás y Julieta pasó al lado del acompañante. No dijo nada ni hizo nada, solamente nos tapamos con un abrigo los dos, porque la calefacción estaba rota y hacía mucho frío. De esa noche lo único que me quedó claro es que Mr Love tendrá el ritmo en las manos... pero en el resto del cuerpo lo abandonó. ¡Era un desastre bailando!

La navidad se estaba acercando y nosotros éramos el centro de las disputas de los parientes italianos para ver con quién la pasábamos. Nosotros no nos íbamos a separar, ya era bastante duro pasar la primera navidad lejos de Argentina, con un frío atroz y cambiando el menú tradicional por la cena italiana. Cuando finalmente se pusieron de acuerdo, quedamos que el 24 a la noche venía Elena con su familia (primo Antonio incluído) y el 25 al mediodía, bajaba Nocciola, Pasquale y prole.
La tía Audenzia tenía la carita iluminada, quién sabe desde cuándo no pasaba una fiesta con la familia. Por lo que supimos, la acostaban a la pobre vieja a las ocho y no le daban ni siquiera los saludos de feliz navidad. Esa noche, estaba feliz, radiante, hasta hablaba más claro o se le entendía mejor. Se quiso poner los aritos de perlas y hasta se mojó los labios con el "spumante" al momento del brindis. No se quiso ir a dormir hasta después de las doce.
Después de las llamadas a Argentina y las lágrimas de rigor, antes de las doce empezaron a caer amigos de Antonio. Acá tienen la costumbre rara que cenan en familia y se van enseguida, no esperan a la medianoche. Muchos asisten a la misa pero la gran mayoría busca amigos para seguir la joda en otros lados.
También vinieron el resto de la compañía del Kilombo a saludar y a buscarnos para salir. Cuando ya era pasada la una, nos fuimos a seguir festejando por las calles del centro histórico. Era un mundo de gente, una especie de peregrinación que desenbocaba en la plaza con vista al mar.
La plaza central es un gran patio que tiene una vereda rodeada de árboles que da a la calle y una baranda de hierro forjado que da al mar. Después de la confluencia en la plaza, empezamos a subir por las callecitas principales que están repletas de bares y pubs, uno al lado de otro.
A medida que caminábamos, saludábamos gente (conocida y no) todos se saludaban entre sí. Antonio y Mr Love iban besando a todo el mundo, diciendo una marea de "auguri" a cuanto cristiano se cruzaban. Yo que había cenado con vino, brindado con spumante, el frizzantino para el postre y chin chin va chin chin viene... tenía los cachetes colorados como Heidi y una "alegría" de vivir más eufórica de la normal.
Después de hacer el giro de los pubs, recibiendo invitaciones de tragos y brindis por todos lados, nos fuimos a una fiesta que hacían en una asociación cultural. Había que ser socio para entrar, pero como una prima nuestra (Francesca) era de los socios fundadores y además estaba en la puerta, nos dejó pasar sin problemas. Poca luz, almohadones tirados por todos lados, música a todo volumen y alegría al por mayor. Como Antonio y Mr Love eran bastante populares, los saludaban casi todos y con mi hermana cargándolos, los saludábamos también. Yo aprovechaba y ya nos habíamos saludado mil veces con Mr Love, después de tanto alcohol y tantos "auguri" cada vez más intensos, mientras bailábamos me acerco a su oído y le pregunto: ¿cuándo me vas a dar un beso?
Y recibo una respuesta, que no me esperaba...

"DOPO!" (Después!)

"Remedios, niña pequeña, chiquita,
hermosa, preciosa, linda niñita
quedada así, sentada en la orilla del mar
y las manos llenas de perlas
el sol en tu frente y en la sonrisa
blanca orquidea, alma y paloma
y la alegría, tú cantas consuelo,
tú cantas esperanza, tú cantas remedios,
espera que un día yo pueda decirte:
"te quiero pequeña, chiquita, preciosa,
hermosa, piccola, piccola, piccola, piccola, pico, pico, pico..."
(Gabriella Ferri-"Remedios")