Poniéndole un poco de onda

Cuando llegué a Italia no conocía a nadie, ni siquiera a los parientes.
No sabía con quien podía llegar a tener más afinidad con la manera de pensar o por la forma de ser. Tampoco sabía quiénes estaban peleados entre sí ni cómo debía comportarme ante una invitación para que no se ofendieran los demás. Fue así que un poco al azar, a piel o por puro culo, fuimos alejando la parentella indeseable y nos hicimos amigos de los amigos de mi primo Antonio.
Gracias a Antonio conocí a Mr Love. Pero también conocí a Mirella, Elisa, Claudia, Teresa, Cinzia, Maria, Francesca, Alfonso, Mimmo, Michele, Giuseppe, Gaspare y algunos más. Todos ellos eran amigos de Antonio y además era "la compañía del kilombo". Porque cuando llegamos, en pleno invierno del 2002-2003, no había demasiado para hacer ni lugares para visitar, entonces entre todos los chicos alquilaron una casa en la playa (bautizada El kilombo) y allí nos reuníamos todas las noches a jugar a las cartas, comer, cantar, bailar, jugar al pool y hasta filmar películas cómicas sin molestar a nadie y sin límites de horarios. Fue un excelente comienzo de vida social italiana... pero esta es otra historia.

Todo este preámbulo viene para contarles lo que me pasó ayer.
Uno de los casamientos que tengo, es el de Mirella y Gianni.
Mirella es una persona bajita, ahora menudita (hasta el año pasado era de buen comer y se le notaba), habla siempre con un tono de voz moderado, le gusta la onda new age, las estrellas, los óleos aromáticos, las velas, los sombreros exóticos... trabaja en la empresa familiar (fabrican aceite de oliva), tiene una relación de sumisión con los integrantes de su familia, pero sobre todo con la madre.

Nunca tuve demasiado feeling con Mirella, quizás porque antes de que yo apareciera, ella le revoloteaba a Mr Love (soltero codiciado) o porque me dí cuenta enseguida que aunque me hiciera sonrisitas y me tratara con amabilidad, hablaba por detrás y me cuereaba a más no poder.

Como notarán, Mirella, no es una persona a la que le tengo demasiada simpatía, pero es de "la compañía" y vino con el paquete de los amigos de Mr Love. Yo no tengo verdaderos amigos en Italia, pero digamos que entre los conocidos nos llamamos "amigos". El tema es que Mirella se casa el sábado y había que hacerle la despedida de soltera. Los parientes por parte del novio, le habían organizado una a los dos juntos, pero consistía solamente en ir a una pizzería a comer pizza, cortar una torta con una imagen alusiva y nada más. Encima la habían organizado con 15 días de anticipación y sin consultar con nadie. Así que las chicas del grupo más amigas de Mirella, decidieron que le hiciéramos una despedida las mujeres solas. Inicialmente tenían que participar Claudia, Elisa, Francesca, María y yo. De las cinco, las dos primeras son solteras y las últimas tres somos casadas y con hijos. Las dos casadas, se borraron enseguida. Así que quedamos las solteras y yo. Claudia es la más amiga y Elisa supo ser compañera de salidas, cuando Claudia estuvo de novia. Yo nunca tuve salidas de mujeres con ninguna de ellas... me enganché enseguida con Mr Love, así que mucha salida de singles no tuve ni tampoco las necesité.

La cuestión es que me encontré en el medio de este baile, con dos que no servían ni para escribir una frase en una tarjeta y con un budget bastante precario, porque las que se borraron no iban a aportar.

Si hay algo que detesto es la gente que no se sabe organizar y que dice que organiza. Con las ideas de estas dos, hasta la pizzería resultaba más divertida. Así que me arremangué y me puse a hacerle una despedida como la soltería manda.

Es que es más fuerte que yo y desde cuando iba al colegio que inventaba los sketch para la fiesta de la primavera, los discursos para los actos, hasta las misas para la fiesta de San Francisco de Asís. Ni que hablar de las despedidas de solteras de mis amigas... mi comadre (fue la primera), después le siguió "Grecia" (pasó a ser ex-amiga) y para Fer, le mandé las cosas desde Italia y le organicé la fiesta por mail.

Y ahora me encontraba con Mirella, que a pesar de todo, merecía su fiesta.
Y así fue que le enchufé el hijo a Mr Love, con un poco de internet y otro de imaginación, me aparecí a la noche con un montón de fotos retocadas, puzzle, tests, reconocimientos de bultos, versos, poesías y por último mi amigo inflable (que para mi despedida era muñeca, pero con la ayuda de una zanahoria y dos huevitos kinder se convirtió en muñeco) que le enseñó algunas poses del Kamasutra para que hiciera en la noche de bodas.

Al final de la fiesta, con la emoción y la alegría en los ojos, entre la vincha con yapa, el collar con silbato fálico y la peluca rubia... Mientras comía la torta en el plato adapto con el tenedor adecuado, Mirella me agradeció y me dijo: esta sí que fue una verdadera despedida. Gracias!
Y contentas y satisfechas del resultado obtenido, me acompañaron hasta mi casa y las saludamos desde la puerta... la muñeca inflable* y yo.

* Ramona, es de mi marido y la condición del préstamo era traerla a casa sana y salva.