Carnaval toda la vida - Segunda Parte

Ya es miércoles y dejamos atrás el fin de semana de carnaval, la fiesta más esperada por toda la ciudad. Volvimos a la normalidad después de tres días de alegría, descontrol y fiesta, donde la ciudad se paraliza y cambia las actividades habituales para dedicarse toda entera al carnaval.

Empezó el desfile, con la llegada de la máscara característica del carnaval: PEPPE NAPPA. Que recibe del sindaco (intendente) las llaves de la ciudad, por todo el carnaval.

Peppe Nappa es la máscara siciliana e italiana más antigua. Como Pulcinella o Arlequín, el personaje deriva del teatro cómico romano y se reafirma en la mitad del S. XVI, con el nacimiento de la Comedia del Arte. Es un sirviente, un poco tonto, holgazán, alegre y bailarín, que hace macanas. No se cubre la cara, su traje es verde, con un cuello de volados blancos y generalmente las mangas son tan largas que le cubren las manos. A su paso regala caramelos, vino y salchichas que cocinan en una parrilla preparada en la parte de atrás del carro.

La carroza que lo representa, está fuera de concurso y no participa a la competencia por el mejor grupo. ¡Será por este motivo que casi todos los años lo hacen muy feo! O quizás porque al término de la fiesta, viene quemado, entonces no se esmeran demasiado. (acá está el link del final cuando queman a Peppe Nappa)

Detrás de este carro, lo siguen todos los demás, que se dividen en dos categorías (A= carros alegóricos y B= minicarros) según las dimensiones, los movimientos y la calidad de modelado de los muñecos. Además los de la primera categoría deben contar con un cuerpo de baile que los represente y un grupo de teatro que haga media hora de sketch, generalmente una sátira cómica con temas de política local o nacional.

Una característica que acompaña siempre al carnaval es el mal tiempo. Se haga en febrero, marzo o mayo como este caso, siempre llueve al menos un día y hace muchísimo frío. Esta vez el viento fue el protagonista del fin de semana, y pasó el carnaval primaveril, con un clima casi invernal.

Mi forma de ver el carnaval cambió bastante con mis cambios de estado civil. Cuando éramos novios con Mr Love, maquillados y disfrazados salíamos a las 9-10 de la noche y volvíamos a casa de madrugada (mínimo las 4 de la mañana). De casados, sin hijos, el carnaval era más o menos igual con la diferencia que volvíamos un poco más temprano (máximo las 2). Ahora de madre, nuestras salidas fueron mayormente diurnas y las pocas nocturnas, máximo a las 11 de la noche ya estábamos en casa. Y nada de bailar detrás de las carrozas hasta que los pies no dieran más. Nuestros disfraces se redujeron a algún accesorio y nos cansamos, pero no de bailar precisamente, sino de correr detrás de mi pequeño terremoto.

Pero la satisfacción del carnaval fue ver la carita y los ojitos de Mati, que por primera vez veían esta fiesta llena de colores, música, disfraces y muñecos gigantes. Mi pirata, mezcla de gaucho y príncipe, se portó muy bien. Con el disfraz que le hizo la abu, que a pesar de quejarse que ella no sabe coser, le quedó de maravillas. Y hasta la puntilla (que le dije que parecía Locomía) le daba un toque de importancia. Al principio fue un poco reacio a que le dibujara los bigotes (se los borró 4 veces!) y se movía en continuación. Pero con el pasar de los días, se metió más en el rol y el domingo hasta se quedaba quietito para el maquillaje.

Y si... soy una madre babosa!