Navidad feliz

Estamos más cerca de año nuevo que de navidad, pero recién ahora me puse a descargar las fotos del 25.

Obviamente no estuvo todo lo relajado que hubiera querido, pero la pasamos muy bien. Este es el segundo año que paso la navidad “de casada” y eso trae un dilema más a las fiestas: ¿con quién pasarlas?

La premisa es más vale unir que dividir, porque ya somos poquitos, si las pasamos separados somos menos aún. Entonces donde sea que vaya, conmigo vendrán los míos (entiéndase: mis padres, mi hermana y la nonna). El año pasado las pasamos todas con mis suegros y mis padres juntos. Esta vez, mi cuñada pasaba las noches en su casa entonces mi suegra, para no dejarla sola iba con ella. El almuerzo del día siguiente, tocaba con nosotros. Así fue que la nochebuena la pasé en lo de mi mamá (y la pasé de hija!) y el almuerzo de navidad, lo hicimos en mi casa... y la pasé de anfitriona!

Así que cociné el día anterior (me tocaban las entradas y los postres), limpié (como pude con Matias en el medio) absolutamente toda la casa (escalera de entrada incluida), escondí la ropa para planchar, cerré con llave la puerta del cuartito (donde se guardan cachivaches, aspiradora, cajas, herramientas y cuanta cosa de proveniencia incierta ande dando vueltas), arreglé la mesa para la ocasión, con el mantel navideño, los platos cuadrados, las copas buenas y todos los cubiertos en su lugar... cual Chiquita Legrand, bañé a Matias y lo cambié, obligué a Mr. Love a afeitarse, me bañé, cambié y arreglé como pude la cabellera, enderecé un poco el arbolito (aunque volvió a su posición torcida después de unos minutos), terminé de arreglar el pesebre (que había empezado el 8 de diciembre!) y cuando ya tenía todo listo y hasta la fuente con agua, encendí la zapatilla con todos los enchufes y el agua empezó a desbordar, inundando todo. Sin darme cuenta se había salido la gomita del caño y en lugar de volcar el agua en el pozo, lo hacía en el piso y cayó derechito sobre los cables, dejando inservibles los enchufes. Así que quedó un hermoso pesebre oscuro y con agua estancada. Los primeros en llegar fueron mis suegros, los últimos mis viejos.

Comimos hasta quedar sin lugar ni para la tisana digestiva, bebimos (algunos más que otros –mi mamá se puso alegrona y terminó cantando “Chingo bell, chingo bell... al ritmo del Jingle Bells”–) y sobre todo disfrutamos la primera navidad de Mati y la alegría de jugar con sus juguetitos nuevos.

Su triciclo (que no es regalo de navidad, pero ahora se tiene solito y es como si fuera chiche nuevo), su teletubbie Tinky Winky que se lo regalaron los padrinos (tio Salvo y tia Juli) porque se enamoró a primera vista y hasta le dio unos besos apasionados y un títere cabeza de rana que lo hace reir hasta las lágrimas.

Pero mi hijo, parece que no me salió materialista sino que es un reciclador nato. Sus juguetes más preciados son las botellas descartables, los Tupperware vacíos y las sillas de plástico. Así que el próximo año, si no le cambian los gustos, se vendrá un Papá Noel baratito baratito!

Mi rey en su trono de silla de plástico...

A la izq. con mamá Mai y a la der. con Papá Mr. Love comiendo un "cannolo siciliano". Abajo: con su tricimòvil.

Demostrando amor a su teletubbie...
Y con su amiga Rana...