siete años
Adoro los cumpleaños, pero este recordatorio tiene gusto a tristeza, este cumpleaños me hace mal.
Por más que vea lo que somos hoy, los progresos que hemos hecho, la serenidad y los logros obtenidos; cada 22 de noviembre es un palito más para tachar en la pared como los presos.
Hace siete años que dejé la Argentina para pasar a ser residente italiana. Hace siete años que no soy de aquí ni soy de allá. Hace siete años que mi vida y la de mi familia, cambió completamente.
Después de la enésima crisis económica argentina, cansados de perder todo y volver a empezar de cero, en un país que nos castigaba en continuación por el sólo hecho de haber nacido clase media, decidimos volver a empezar pero en otro lado.
Con la emigración, mis padres dejaban una vida de sacrificios malpagados, yo dejaba mi cerebro quemado y un trabajo explotador, y mi hermana una obsesión por el ex y millones de amigos.
Antes de partir, malvendimos hasta lo último vendible. Habíamos seleccionado con cuidado lo imprescindible y transportable, porque nos íbamos y ya no teníamos un lugar argentino para dejar cosas “por las dudas” ni tampoco una casa donde volver si las cosas nos salían mal. Nos íbamos definitivamente, no para probar suerte, simplemente para no volver.
Así fue que juntamos las fotos, los CDs, la ropa (sea invierno que verano) porque veníamos con poca plata y todo lo que compráramos iba a ser en euros (pensábamos que nos iba a salir siempre más caro), todos los documentos y certificados con sus respectivas traducciones, sellos y demás y el pasaje de ida y vuelta, así para inmigraciones pasabamos como turistas. El todo se cerró en 22 valijas y un perro. Entre lágrimas, abrazos apretados y miradas que hablaban, nos fuimos. Tomábamos el avión con un mar de incertidumbres, con tantos miedos pero con más esperanzas. Con la ilusión de empezar a vivir con ganas, para que mi papá se curara de la depresión en la que estaba sumergido, que mi mamá abandonase el sentirse culpable por haber administrado mal y perdido todo, para que mi vida volviera a ser mía y no de mi trabajo. Y mi hermana venía, porque sí, porque mis viejos la traían, pero no porque quisiera.
Esta nueva vida me enseñó muchas cosas, algunas dolorosas otras menos. Tendría que escribir largo y tendido si quisiera explicar el proceso de adaptación, contar la primera navidad con la bolsita de comida que daba la iglesia y un arbolito desplumado que encontramos tirado, las cajas con barral que hacían de armarios y tantas cosas que recordándolas me hacen un nudo en la garganta. Pero todo esto me hizo entender el verdadero valor de las cosas y aunque suene trivial, me volví menos materialista. Entendí que mi casa no está donde quedan los ladrillos apilados, ni el barrio donde crecí, ni la gente conocida. Mi hogar es donde me refugio cada vez que lo necesito, donde comparto las cosas buenas que me pasan y donde desahogo mis broncas. Porque ninguna tierra, ningún lugar, puede quedar lejos de casa si tengo conmigo a mi familia. Porque valió la pena el sacrificio si puedo vivir tranquila, si puedo caminar sola y de noche por la calle, si puedo dejar las llaves del auto puestas u olvidarme de cerrar la persiana. Si puedo mirar el paisaje sin tener rejas en cada minúscula ventana o entrar y salir de mi casa sin tener la paranoia de que alguien pueda pegarme un empujón y desvalijarme todo lo que pude comprar con sacrificio o peor aún, matarme por un insignificante celular. Porque amo la Argentina pero odio en lo que se convirtió. Porque amo Italia pero odio ser la eterna extranjera. Porque soy argentina y no lo voy a perder jamás.
Por más que vea lo que somos hoy, los progresos que hemos hecho, la serenidad y los logros obtenidos; cada 22 de noviembre es un palito más para tachar en la pared como los presos.
Hace siete años que dejé la Argentina para pasar a ser residente italiana. Hace siete años que no soy de aquí ni soy de allá. Hace siete años que mi vida y la de mi familia, cambió completamente.
Después de la enésima crisis económica argentina, cansados de perder todo y volver a empezar de cero, en un país que nos castigaba en continuación por el sólo hecho de haber nacido clase media, decidimos volver a empezar pero en otro lado.
Con la emigración, mis padres dejaban una vida de sacrificios malpagados, yo dejaba mi cerebro quemado y un trabajo explotador, y mi hermana una obsesión por el ex y millones de amigos.
Antes de partir, malvendimos hasta lo último vendible. Habíamos seleccionado con cuidado lo imprescindible y transportable, porque nos íbamos y ya no teníamos un lugar argentino para dejar cosas “por las dudas” ni tampoco una casa donde volver si las cosas nos salían mal. Nos íbamos definitivamente, no para probar suerte, simplemente para no volver.
Así fue que juntamos las fotos, los CDs, la ropa (sea invierno que verano) porque veníamos con poca plata y todo lo que compráramos iba a ser en euros (pensábamos que nos iba a salir siempre más caro), todos los documentos y certificados con sus respectivas traducciones, sellos y demás y el pasaje de ida y vuelta, así para inmigraciones pasabamos como turistas. El todo se cerró en 22 valijas y un perro. Entre lágrimas, abrazos apretados y miradas que hablaban, nos fuimos. Tomábamos el avión con un mar de incertidumbres, con tantos miedos pero con más esperanzas. Con la ilusión de empezar a vivir con ganas, para que mi papá se curara de la depresión en la que estaba sumergido, que mi mamá abandonase el sentirse culpable por haber administrado mal y perdido todo, para que mi vida volviera a ser mía y no de mi trabajo. Y mi hermana venía, porque sí, porque mis viejos la traían, pero no porque quisiera.
Esta nueva vida me enseñó muchas cosas, algunas dolorosas otras menos. Tendría que escribir largo y tendido si quisiera explicar el proceso de adaptación, contar la primera navidad con la bolsita de comida que daba la iglesia y un arbolito desplumado que encontramos tirado, las cajas con barral que hacían de armarios y tantas cosas que recordándolas me hacen un nudo en la garganta. Pero todo esto me hizo entender el verdadero valor de las cosas y aunque suene trivial, me volví menos materialista. Entendí que mi casa no está donde quedan los ladrillos apilados, ni el barrio donde crecí, ni la gente conocida. Mi hogar es donde me refugio cada vez que lo necesito, donde comparto las cosas buenas que me pasan y donde desahogo mis broncas. Porque ninguna tierra, ningún lugar, puede quedar lejos de casa si tengo conmigo a mi familia. Porque valió la pena el sacrificio si puedo vivir tranquila, si puedo caminar sola y de noche por la calle, si puedo dejar las llaves del auto puestas u olvidarme de cerrar la persiana. Si puedo mirar el paisaje sin tener rejas en cada minúscula ventana o entrar y salir de mi casa sin tener la paranoia de que alguien pueda pegarme un empujón y desvalijarme todo lo que pude comprar con sacrificio o peor aún, matarme por un insignificante celular. Porque amo la Argentina pero odio en lo que se convirtió. Porque amo Italia pero odio ser la eterna extranjera. Porque soy argentina y no lo voy a perder jamás.
Me emocionó la entrada Mai ! deberías estar muy orgullosa de vos y tu familia porque supieron salir adelante!!! La vida te pegó duro pero afrontaron la situación y ahora a seguir luchando qu esta vida es para eso saludos
ResponderBorrarDentro de todo lo malo que es emigrar, tuviste la suerte de venirte con tus seres queridos y eso es algo que no tiene precio! te trajiste tu hogar a cuestas ya que, como bien dijiste, el hogar no es donde estan las paredes de ladrillos.
ResponderBorrarEn este dìa que para vos es motivo de aniversario, brindo por vos, tu familia y la nueva vida que se supieron construir!
Un beso enorme!!
casi casi me haces llorar! Y mirá hacia atras y mirá esos 7 años después de esa primera y triste navidad. Y mirá a tu hijo, tu casa, tu sonrisa, esos sueños que quizás se cumplieron. Y entonces esa navidad asi de triste, seguramente valió la pena.
ResponderBorrarQué lindo que tengas a tus papis aca con vos!
Se necesita fuerza para una decision asi! Mucha!
Que fuerte todo lo que contás, Mai! Te admiro, y admiro a tus viejos! Hay que tener huevos para irse asi como se fueron, y empezar de nuevo!
ResponderBorrarClaro que la esperanza de una vida mejor ayuda!
Que bueno que haya valido la pena!
Un abrazote
Ahh yo no había entendido que tus padres y tu hermana también están en Italia. Creí que estaban aqui.
ResponderBorrarEs cierto, el hogar está donde están los afectos. De todas formas uno siempre lleva la marca del "extranjero" y extraña. Es tan real eso de que "no soy de aqui, ni soy de alla ..." yo lo vi de cerca en mi familia.
un besote
Uf, que difícil y que triste que debe haber sido. La verdad que los argentinos no ganamos para malos momentos. Es muy triste tener que pasar por todo lo que pasamos
ResponderBorrar....Maite te quiero mucho.Y jamas voy a dejar de decir lo afortunada que soy en tener dos hijas como vos y tu hermana. Creo que el verdadero coraje fue el de Uds, fueron Uds.las que nos dieron la fuerza, las que generosamente dejaron todo para empezar de nuevo tan lejos, buscando sobretodo, el bienestar de papi y mio.....Gracias, y mas gracias por tantas otras cosas.....
ResponderBorrarHola, puedo pasar?
ResponderBorrarComo suele ser corriente vengo de otro blogg amigo.
Me ha dado un vuelco al corazón leer la entrada, sabes? Estoy en un país que tiene un hermoso aspecto exterior, como lo tenía y lo tiene el tuyo de origen; no obstante, los políticos (por llamarlos de alguna forma) que tenemos y que nosotros hemos votado, lo han echado a perder. Estoy casada y ninguno de los dos trabaja ahora, no queda ni un puesto libre y tenemos 15 millones de parados!!! No sabes cuántas veces hemos pensado en largarnos de un país tan indecente como España. Es la caja de bombones podrida de Europa, se vende como oro lo que es basura y estás sometido a un constante bombardeo de falsa y manipulada información!!! Así entenderás que os admire, a tí y atu familia, a eso se llama "tener narices".
Espero no haberte molestado, me gustó leerte y te añado a mis favoritos.
Si te apetece visitar mi blogg pues sabrás algo más de mí. Un beso.
Ay Mai!! Me quedé muda después de leer el post! Tiene mucho sentimiento, pero en el fondo reflejaste todo muy desde el "centro" entre la nostalgia y la melancolía... y se lee esperanzador también...
ResponderBorrarNo sabía que estaban todos por allá... ahora que lo ves con un poco de distancia, me imagino que toda la tristeza de expatriarse tomó otro color, no? Debe ser muy duro irse para no volver, como entiendo que irse desilusionado de las oportunidades de tu propio país es muy triste. Qué bueno que haya valido la pena!!!
Besos!!!
que fuerte ésto..te leía y se me estrujaba el corazón.
ResponderBorrarno tenía idea que estabas en italia
cuánto coraje para empezar de nuevo
cuánto valor para abrir tu corazón como lo hacés en este post
beso enorme
No sabía que se habían ido en familia y tan definitivamente.
ResponderBorrarNo me quiero imaginar lo duro que debe haber sido los "últimos y primeros" tiempos.
Igual por lo que te leí hasta ahora debe haber sido contenedor irse todos juntos también. Si siete años después pudieron levantar cabeza es muchísimo.
Seguramente no se el recuerdo más agradable pero tal vez hoy el recuerdo hubiera sido peor si se quedaban y no lograban estar bien.
Cuando te leo que pueden vivir con esa tranquilidad te envidio un poco. Claro, a la hora de envidiar uno nunca se acuerda de las cosas no tan buenas a la vez.
No será un cumple para festejar, pero sí para mirar un poco atrás y ver todo lo que lograron en el transcurso.
Besos
Ahhhh, qué tema, qué post!!! yo tampoco creía que se había venido toda la familia... y ya te iba a preguntar porque a mí estas historias de inmigrantes me llenan de curiosidad! Gracias por contarlo y compartirlo!!! nos emocionaste a todos.
ResponderBorrarbesos grandes!!
Realmente emociona leerte. Yo tampoco sabía que tu familia estaba allá...
ResponderBorrarLos admiro por la valentía y el coraje. Un beso enorme!
Increíble historia, emocionante fecha, digna de ser, no sé si celebrada, pero sí definitivamente recordada. Muy valientes todos.
ResponderBorrarAlicia en el pais: Vane, nunca dejamos de luchar y soy orgullosa de mi flia, no se notó?
ResponderBorrarMarina: Sin mi familia no creo que hubiese resistido mucho tiempo...
mardevientos: Marce, seguro que valió la pena! Y por suerte miro lo que somos hoy y puedo sonreir.
Stella: La esperanza es lo que te mueve a hacer cosas que si las pensàs en frio no las harìas nunca!
Any: sisi los tengo a todos juntitos aquì conmigo! Y seré por siempre la tana argentina con nombre y apellido gallego!
Mujer moderna: Los argentinos tenemos aguante, esa es la verdad.
Ana Maria: mami, yo también te quiero mucho.
VERÓNICA: Bienvenida! Es cierto que nos venden una imagen de España que es completamente distinta a la realidad que contàs. Te puedo decir que iniciar de cero en un paìs extranjero es dificilìsimo y para tomar esta decisiòn, se necesita la completa convicciòn de que en tu paìs ya no queda nada por hacer para mejorar la situaciòn.
Ronnie: Por suerte puedo mirar el pasado con una sonrisa, ver orgullosa mi presente y puedo soñar un futuro!
Vir: Gracias! Si, se necesita mucha fuerza. Por suerte nos deprimìamos de a uno a la vez, como para poder levantarnos los ànimos por turnos!
Lola: Si, nos fuimos para no volver... o volver solo de visita! Los "últimos y primeros" tiempos fueron catastròficos. Pero de a poco fuimos mejorando y ahora podemos decir que estamos bien!
Maguita: Gracias! Y si todo un tema estar lejos de casa, no?
Ana: Gracias! Y no te emociones mucho que sino vas a poner triste a Poroto y después van a decir que todas las embarazadas son sensibles... ;P
Dharma: Definitivamente serà una fecha recordada por siempre. :)
GRACIAS A TODOS POR PASAR Y POR SUS PALABRAS! BACI
MAi,
ResponderBorrarque fuerte dejar todo, todo y empezar de 0. Que valientes que fueron. Imagino que tenés razón, el tener menos y darte cuenta que vivis igual y que no te pasa nada si no tenés tal o cual cosa y valores más las cosas simples de la vida.
Debe haber sido difícil, pero hoy se te escucha felíz en el día a día, y me alegro!
un beso desde acá (aunque no es loco que si bien vos estás en italia y yo en buenos AIres, para mi estás igual de cerca o lejos que mis otros amigos bloggers..)
muy emotivo tu post.. gracias por compartir esta historia de fé y de amor.
ResponderBorraren lo que se comvirtió Argentina es mi gran pena también... hay veces en las que tengo muchas ganas de insistirles a mis hijos que busquen un futuro en nuestro país, porque veo como retrocedemos, pero luego me freno y dejo que si algún día lo hacen, sea por idea propia.
me alegra muchísimo que esta historia tenga un final feliz!!
besos