De muertos vivos

En la dura tarea de integrarme a la sociedad italiana, tuve que atravesar también por uno de los momentos más incómodos y duros que existen: la muerte y los funerales.

Estoy segura que nunca se encuentran las palabras adecuadas en estos momentos de dolor, pero si a eso le sumamos el circo que se crea alrededor del muerto y de sus parientes mas queridos, es aún peor.

Les recuerdo siempre que vivo en Sicilia, no sé si en el resto de Italia funciona en el mismo modo, por eso me limito a describirles mi realidad local.

Para empezar, las muertes se anuncian con afiches que se pegan en la calle, no con anuncios discretos en las últimas páginas del diario. Y te avisan la edad que tenía el muerto, los parientes cercanos que te dan el triste aviso y la fecha, hora y lugar de la misa.

Si es un pariente directo o una persona allegada, se prosigue yendo a la casa, porque al muerto lo velan en casa, acostado en su cama y con todos los parientes y los visitantes a su alrededor. Lo tienen así un día hasta que antes que cierre la iglesia, vienen los funebreros y se lo llevan. Pero los parientes se quedan ahí, mirando el vacío.

Al día siguiente, se va a la iglesia para dar el último saludo. Todos los familiares vestidos de riguroso negro, se ubicarán en los primeros bancos: los hombres del lado izquierdo y las mujeres del lado derecho. Al cajón cerrado, lo ubicarán en el centro del altar con todo el florerio a los costados. Y hasta acá todo estaría dentro de lo normal, pero no.

La diferencia radica en la gente que, viendo a los familiares destruidos, en vez de limitarse a firmar para atestiguar su presencia en los libros que ponen en el ingreso, tienen que hacerse ver, entonces van a dar la condolencia a cada uno de los parientes de los primeros bancos y así se arman filas kilométricas para estrecharles la mano y dar los dos besos. Sin importar que estén quebrados del dolor y el cansancio, que estén consumidos por las lágrimas y que no tengan idea de quién sos. Y la cosa no termina ahí, cuando finaliza la misa y acompañan al cajón hasta el coche funebre para ver cómo se aleja, vuelven las personas que no pudieron saludar adentro de la iglesia a dar la mano y los besos. Pero decime vos, ubicate, ¿no ves que están llorando a moco tendido? ¡Dejá a la gente en paz!

Los familiares directos, el luto lo llevarán al menos un mes con la indumentaria all black. Los más tradicionalistas lo harán por seis meses, un año o en eterno si son viudas de una cierta edad. Esa imagen de la nonna vestida de negro con el pañuelo en la cabeza, no es cinematográfica, es real. Basta venir a algún pueblito siciliano que se encuentran por doquier.

Y dentro de poco, es la fiesta de todos los muertos. Y ahí viene la competencia del cementerio. A ver quién lleva la mayor cantidad de flores, los adornos más lindos, la tumba más limpita, la foto con la mejor frase... y los parientes mejor vestidos, con los peinados de peluquería y las joyas en evidencia.

Pero para no ser menos que los gringos con halloween, los tanos les “mataron el punto” y en lugar de dar golosinas los muertos vienen más potentados y traen regalos a los niños.