Retroceder nunca, rendirse jamás

Descubrí una cosa: odio las palomas. ¡Y pensar que hasta llegué a alimentarlas y disfrutar que revolotearan a mi alrededor!



Pero todo tiene su explicación. No es un odio infundado, tiene su razón de ser. Paso a explicar: Nuestra casa tiene una terraza espectacular, en invierno no la usamos por motivos lógicos –es una terraza y hace frío­– . Pero en verano, armamos la pelopincho para el bebé, tenemos la parrillita para hacer algún asadito, a la tarde corre un leve vientito refrescante que invita a una cervecita bien helada con unas papitas fritas... En fin, la podemos aprovechar bien. O al menos, la podíamos aprovechar hasta que llegaron ellas.Pequeñas plumíferas antipáticas, silentes espías y por sobre todas las cosas: cagadoras insaciables. Nadie me creía, me decían que estaba obsesionada y sugestionada por ellas. Pues bien, no era así.



Todo comenzó con el inicio de los días primaverales,cuando decidí preparar el terreno para la estación veraniega. Entonces baldee bien, armé la hamaca con el techito y hasta regué las plantas (o los yuyos que habían quedado en la maceta –merece otro post mi ignorancia botánica que llega hasta hacer explotar las plantas grasas –). Cuando empecé a limpiar el piso, me dí cuenta que había algunas cagaditas en el ángulo, pero nada preocupante –pensé. Al día siguiente, aprovechando el sol radiante, quise colgar la ropa afuera en lugar de dejarla en el lavadero cubierto, y ahí empezó la pesadilla. Cuando abrí la puerta descubrí un mar de cacas, alineadas. Un sin fin de sustancias enroscadas que decretaban arbitrariamente el baño público avícolo en mi territorio. Y así empezó la guerra. Hermana acudió en mi ayuda, y también ella sudó la gota gorda al limpiar toda la terraza para eliminar rastro del sector cacuno. Pero las muy astutas volvieron al ruedo. En cuestión de horas, todo volvía a ser como antes: cagado. Y no se conformaban con el piso, me cagaban la ropa, me atacaban si quería salir a agarrar algo. Se habían apropiado de mi terraza y sin pagar alquiler! Las usurpadoras querían guerra, y si me buscaban me iban a encontrar. Empecé a colgar bolsas de plástico para que con el viento y el ruido, se ahuyentaran. Y nada. Les pusimos unos pinches, para evitar que se pararan en el borde de la pérgola o que se escondieran en la casita del termotanque. Pero todo fue en vano. Después de escucharme rezongar con mi conversación monotemática, Mr Love, viendo mi mirada de Jack Nicholson en Shining cada vez que tocaba el tema paloma, y harto de escuchar que quería un rifle de aire comprimido para exterminar la amenaza (creo que le dió miedito que pudiera darle un uso impropio) decidió tomar el toro por las astas o mejor, las aves por las alas. Entonces se puso a limpiar contra los enemigos alados, y me decoró la terraza con unos CDs atados con tanza. Por un tiempo, logró su cometido... y todo había vuelto a la calma. Pero no contábamos con el viento del Scirocco, que nos jugaría en contra. En cuestión de días, las tanzas se consumieron con el roce de la pared y de vuelta via libre a la caca palomeril. Entonces, viendo que había funcionado la solución de marido, reintentamos. Pero las muy turras, se acostumbraron a los CDs o se compraron algún lector, no sé, porque las descubrí APOYADAS a los discos. ¡Ya no le tienen miedo a nada!



Así que cansados de tanto luchar, hemos abandonado momentáneamente el intento de erradicar las “dulces palomitas” o al menos les damos tregua, hasta que reorganicemos la trinchera y volvamos al ataque.



¿Sugerencias?

Comentarios

  1. Te comprendo perfectamente. Yo también las odio, vivo en frente de un viejo teatro que está invadido por las tales palomitas y por ende invaden también el vecindario. Me han cagado el balcón, me han comido las plantas, han hecho nido en las macetas! pero que descaradas! Ni hablar de ese uh uh uh los días en los que puedo dormir, me vuelve loca. Me recomendaron 2 millones de cosas pero nada dió mucho resultado. Hice lo de los cd, me compré un molinete, le pasé amoníaco al piso ... Ahora están mas calmadas no sé si por el frío. Pero en verano continuará la guerra seguramente. Bicho de porquería!
    un beso, al final no te dí ninguna solución pero por lo menos protesté un rato =D

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  2. Un tiempo vivì en un departamento que arriba tenia un altillo donde se refugiaban las muy turras. La dueña amuro las ventanas para que no pudieran entrar, pero las guachas seguian yendo a los techos y yo no podia colgar ropa ni salir al balcon porque arriesgaba una cagada en la cabeza, ni hablar de la mugre que dejaban en el balcon. En ese entonces vi que existian ultrasonidos que en teoria las alejaban, pero no hizo falta porque al poco tiempo nos mudamos de ese lugar :).
    Y si adoptàs un gato??!! :P
    Besos

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  3. La verdad es que no se me ocurre nada, pero me sumo a tu cruzada para que no te sientas sola. Son horribles, sucias, molestas...

    Ojo que la idea de Marina de comprarte un gato no está mal, eh? Claro, el tema es que te gusten los gatos!

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  4. Any: gracias por la comprensiòn. Me alegra saber que no estoy sola en esta cruzada!

    Marina: No quiero que sea peor el remedio que la enfermedad! Por lo menos las palomas comen solitas lo que encuentran y me cagan solo la terraza. Si me compro un gato... tengo que empezar a ponerle el cajoncito con las piedritas para sus necesidades, comprarle comida, llevarlo al veterinario... ufff! Ya me cansé con solo pensarlo.

    Ana: Gracias por el apoyo. No soy muy animalera... pero he tenido gatos, perros, loros, tortugas, conejos, peces... y ya han colmado mis ganas de mascotas.

    Creo que voy a darme una vueltita por la armería! jajajaj :P

    Pero creo que la mejor

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