Hermanos

¿Ni una palabra en seis meses? ¿No te pasó nada? ¿O se te pasó la vida?

Se me pasaron los días y quizás, vivirlos y compartirlos egoístamente con las amigas en whatsapp me sacia la necesidad de contar que tenía en los primeros años de blog, con teléfono arcaico y sin tanto WiFi al alcance.

La ceremonia ritual de sentarse a escribir en el PC, elegir las fotos de la memoria de la máquina fotográfica fue perdiendo espacio con Instagram y facebook al alcance de la mano.

Y mientras, mi querido mundillo bloguero, te dejé abandonado y privo de noticias.

Mi vida sigue igual, pero a la vez tan distinta. Tengo un hijo que habla hasta por los codos, que terminó su primer grado y pasó a segundo, que se hizo nuevos amigos y hasta elige qué ropa ponerse.
Participó en la fiesta de fin de año y por primera vez, le dieron "una parte" para aprender de memoria y decirla al micrófono. Actuó con gorro de chef y delantal, bailó el twist de las frutas y verduras, vivió todo desde su lugar, junto a sus compañeritos en el escenario, sin alterarse por el hacinamiento de padres paparazzi que inmortalaban a sus hijos. (Parece un recuerdo tan lejano el tiempo en el que vivíamos los actos desde el pasillo tratando de evitar el contacto con la confusión de gente.) Tuvo una maestra con corazón de madre, que logró enseñarle a agarrar el lápiz, escribir y leer.



Empezó la hipoterapia y es una sensación maravillosa verlo sobre el caballo, es felicidad al estado puro.



Y superamos la "tragedia" de ir a la peluquería. Ni una lágrima, ni un grito. Se dejó poner la capa, dejó que le tocaran y mojaran el cabello, y sobre todo... ¡que se lo cortaran! Sólo con la tijera, pero es increíble haberlo logrado. (Y como el verano ya se hace sentir, repetimos la experiencia haciéndolo más corto aún!)



Me encuentro ayudando a mamás que descubren el autismo en sus vidas, les doy información, materiales que ya no uso... me dicen, "me transmitís serenidad" y me alegro que así sea. Hubiera deseado en el 2012 tener a alguien al lado, que me dijera estoy con vos, todo va a estar bien. Cómo explicarles que llega un momento en el que hacés click y te amigás con el espectro que tanto miedo da. Aprendés a vivir con él y se convierte en tu normalidad. No soy ejemplo de nada, no soy más fuerte que otros padres ni más valiente, soy realista y me arremango para trabajar... ¿no es lo que hacemos todos?

Espero volver a escribir más seguido, porque me hace bien. Pero sin promesas... que para incumplidas ya están los políticos!