volviendo al ruedo...

Si saco las telarañas que se juntaron desde la última vez que pasé por acá, las puedo usar para halloween!
¡Buenas y santas! ¿Cómo andan?
Por acá a veces bien, otras no tanto... pero se sigue adelante.
Septiembre trajo el comienzo de la escuela, así que Matias empezó su tercer año de jardín. Los maestros de la clase son los mismos, su maestra especial no. ¿Quién hubiera dicho que iba a extrañar a Carmela, con su trato de sargento y sus modos campechanos? Pero si, la extrañamos. Porque Carmela no era una maestra de modos suaves, pero logró que Matias comiera sentado, que guardara las cosas, que trabajara cuando era el momento y jugara cuando le tocaba. Ella se dedicó a fomentar la autonomía... y en junio, cuando nos despedimos con los ojos empañados, lo había logrado.
Este año nos tocó Sabrina, flaca lánguida y tibia, por 12 horas a la semana. Que ya que son pocas, ella muy inteligentemente se las había distribuido de tal manera que tenía que venir al jardín justo el día que Mati tiene las terapias y así no tener que trabajar! Empezamos bien.
Después de mi llamada, pudo acomodar mejor sus horarios para al menos estar presente todos los días, dos horas.
Es agotador tener que luchar cada año para que se respete el derecho a la educación de tu hijo.
Esperar que la suerte te acompañe y que te toque una maestra (no te digo "preparada") pero al menos con ganas de trabajar, de ayudar, que conozca al alumno más allá de su diágnosis y se involucre, se alegre con vos de los progresos de tu hijo.
Pero no, esta vez... por lo que se vió hasta ahora, la vamos a tener que remar aún más y tenemos que recurrir a un abogado, porque la simple charla con la directora no sirve, no puede hacer nada para darnos mas tiempo.
Por suerte, tengo una familia que me ayuda siempre y me da una mano cuando parece que todo está perdido. No nos tenemos que contentar con lo que nos dan, podemos darle pelea a las instituciones.
Y así estamos, presentando cartas por todos lados, protocolando pedidos, haciendo reclamos... para que se nos escuche, para darle voz al que no puede hablar... (por ahora!).