Hay gato encerrado

No sé si cuando uno está afuera de su país tiende con mayor facilidad a hacerse amigo de otros extranjeros o está más predispuesto a compartir la propia experiencia con otros que puedan entender el desarraigo, la nostalgia y las ganas de crear un nuevo hogar tan lejos de casa.

La fiesta del sábado pasado de  Matias, estuvo caracterizada por la presencia de niños disfrazados -aprovechando que era carnaval- y por sus respectivos padres, mis nuevos amigos, provenientes de distintos países... la llamamos la fiesta de las naciones unidas!

En la foto: Franceso es italiano marido de Susan de USA, Silvina y Mariano son de Argentina y la rubia que está  entre ellos dos es Ivona de Polonia, faltó Olga de Israel porque tenía que trabajar.

La fiesta estuvo magnífica, los nenes se divirtieron muchísimo y nosotros grandes también. Yo conocía a todos, pero entre ellos, no se conocía ninguno... y no obstante, reinó la buena onda. Todos hablaron con todos. 

Matias no dejó de sorprenderme. Mi rey que para la ocasión se vistió de mosquetero, pero sin espada (para salvaguardar la incolumnidad de los huéspedes!) y se portó super bien. El traje se lo regaló mi mamá, el día anterior... cuando mi papá me lo dejó, y lo ví, la llamé a mi madre y le dije que era una cagada. -así de  fina y sin vueltas-. Lo más lindo que tenía era el sombrero y conociendo a mi hijo, no se lo iba a dejar puesto un segundo... además si había hecho todo de Madagascar, no pegaba con nada el mosquetero!

Bueno, la cuestión es que me la agarré con mi santa madre, pero en realidad estaba alterada por otro tema y esto del disfraz fue la excusa perfecta para liberar tensiones. Mi mamá se ofreció a cambiarlo, pero me dijo que no había otro que fuera más lindo... y el de león, si no se dejaba la capucha puesta iba a parecer un enterito marrón insulso... bueno, lo dejamos. Y menos mal que lo hicimos! Matias se enamoró de su disfraz, no se sacó el sombrero en toda la fiesta, si se le caía se lo volvía a poner. Daba vueltas con sus mangas, haciéndolas volar (me hacía acordar a los Locomía! jua! Qué vieja soy!).

El sábado a la mañana, vino mi hermana para ayudarme a limpiar y adornar todo. 

Liberamos el living, pasando los sillones para el comedor y dejando la habitación solo para niños. 

Y para completar un cumple fantástico, Matias siguió soplando la velita rodeado de amigos!!!

Al día siguiente, lo primero que hizo mi mosquetero al levantarse fue correr a la percha donde tenía colgado el disfraz y ponerse el sombrero! Y después, descubrí por qué le gustó tanto el sombrero con la pluma...

Mi hijo se cree el Gato con Botas!!!

Eso no quiere decir que su madre sea una gata, ¿no?