Yo me quiero casar (39)
La última semana de junio fue maratónica. A pesar de que estábamos super organizados y no quedaban muchas cosas por hacer, fue una locura y viví una emoción detrás de otra. Con todo el sacrificio económico que les implicó, pudieron viajar mis tíos y mis primas, reuniendo de nuevo después de cinco años a toda la familia. Seguramente mi nonno Pippo, mirándonos desde arriba, se habrá reído de las vueltas de la vida, al vernos a todos en su pueblo y a su nieta mayor que se casaba con un ‘paesano’ suyo. Me sentía feliz de tener a mi gente conmigo. A pesar de vernos más grandes, más viejos, más rubios o más canosos, más gordos o más flacos... En cada sobremesa parecía que el tiempo no hubiese pasado: mi tío comiendo la sandía con tanto gusto, mis primas retándolo porque comía demasiado, mi tía tratando de hablarle a Mr Love en un italiano españolizado. Estaba tan contenta de tenerlos a ellos acá, conmigo, que poco importaba que la iglesia de mi lado quedara vacía... porque eran pocas persona...