Pascua made in Sicily

Una de las cosas que me sorprendió en mi proceso de italianización, fue como expresan la devoción a los santos y la manera de festejar las fiestas importantes que tiene la iglesia católica italiana (porque es distinta de la argentina).

“La domenica delle palme” o domingo de ramos para los hispanoparlantes, está contaminado por el mercadito que se arma en la puerta de las iglesias de puestitos que venden conos hechos con palmas trenzadas y adornados con moños ribbon metalizados (de regalo) que van de 3 a 5 euros, según las ganas de aparentar y el budget que tenga el comprador. Lejos está la ramita de laurel u olivo que se arrancaba de la planta del vecino o del jardín de la abuela para hacerlo bendecir y dejarlo secar enroscado a un cuadrito o al lado de la estampita de la virgen. Algunos van a la iglesia para seguir la misa, pero la gran mayoría va a hacer sociales y hacerse ver, desenpolverando trajes y vestidos de marcas conocidas o pieles que se enfundan para ocasiones especiales.

El “Triduo pasquale“, o bien los tres días antes de la pascua propiamente dicha, empieza con el jueves santo (giovedì santo). Los curas están a full, a la mañana bendicen el óleo que se va a usar durante el resto del año para los sacramentos (bautismo, confirmación, unción de los enfermos) y a la tardecita, hacen la representación de la última cena con la lavada de pies y todo. Pero la gente en su mayoría, no participa de todas las celebraciones netamente religiosas, más bien se inclina a la parte profana y se dedican a “girare le chiese” que consiste en visitar el mayor número de iglesias posibles pero que el resultado final sea impar, para tener un año afortunado. Los más entendidos adjudican que el mínimo sean 5 iglesias visitadas (5 como las llagas o heridas de Cristo en la cruz) y máximo 7 (como los dolores de la Virgen). Visto que en las ciudades y pueblos italianos hay una iglesia cada 100 metros y a veces hay hasta dos en la misma cuadra, no es una tarea difícil de cumplir en poco tiempo. La tradición dice que visitar las iglesias, contemplar los altares adornados y ver la exposición de la eucaristía representa la visita al sepulcro, pero los italianos la toman como una caza a la suerte.

A partir de este día las campanas no sonarán, como muestra de luto, hasta el domingo de resurrección.

El viernes santo se dedica a la pasión de Cristo y para ello, simulan también la crucifixión. En teoría se debería ayunar y no comer carne, pero los practicantes son pocos. A media mañana hacen una representación del calvario y en procesión se acompaña al Señor en la cruz. En una plaza, colocan a Jesús crucificado, en una cruz rodeada de lamparitas (!?) y la gente hace silencio absoluto a pesar de ser una multitud. Durante el resto del día se formará un continuo peregrinaje de personas que vienen a ver la cruz hasta las 7 de la tarde, donde traen la estatua de la virgen vestida de negro y bajan al Cristo, para colocarlo en una caja de vidrio. Con la procesión que acompaña el cortejo hasta la basílica, se termina el día.

El sábado las iglesias están abiertas todo el día hasta la medianoche, que se hace la misa por la resurrección.

El domingo de Pascua, alrededor del mediodía la gente se concentra en la plaza central, todos rigurosamente emperifollados para la ocasión. Allí tendrá lugar el “incontro” no sólo de gente, sobre todo de santos. Acompañados por la banda municipal, se encontrarán las estatuas del ángel, la virgen y Jesús. Cada imagen viene colocada en unos altares que se adornan con flores y vienen instalados sobre unos troncos grandes que las transforman en carrozas humanas. Cada imagen viene elevada y transportada por los devotos, que cual equipo deportivo, se ponen camisetas de distinto color (según la figura que llevan: rojo - el arcángel, celeste - la Virgen y blanco - Jesús). Toman carrera uno a la vez, corren con fuerza y energía, para renovar el encuentro y al final hacer bailar las imágenes. Primero es el turno de San Miguel arcángel que le anuncia a María que Jesús resucitó. Entonces la estatua de la virgen cambia el velo negro que la acompañaba desde el viernes y da espacio al mantón celeste. Finalmente, se encuentran los tres y con el retumbar de los platillos, bombos e instrumentos de viento de la banda, mueven las imágenes de yeso como si fueran livianas y revolean a los pobres santos como si fuera una murga de carnaval.

Si quieren ver el encuentro, hagan click acá.

El resto del día se lo pasará comiendo y por supuesto, rompiendo huevos de chocolate, corderitos hechos de mazapán y “colomba” (palomas) de pasta de pan dulce. A los pequeños les tocan los huevos con sorpresas, pero las marcas de juguetes también inventaron los megahuevos de plástico (y los llamaron Super Pasqualone) que de chocolate no tienen nada pero vienen cargados de juguetes.

El lunes, es el "lunedì dell'angelo" (lunes del angel) comúnmente conocido como “pasquetta” . O sea, feriado post pascua. Están todos los negocios cerrados y la gente se dedica a hacer pic nic o “schitticchio” (día de campo) como se lo conoce en Sicilia. Curiosamente, no se llevan los sandwiches en el bolso... los tanos improvisan parrillas donde poner unas costeletas a las brasas o ponen las ollas gigantes y cocinan unos spaghetti al “aglio, olio e peperoncino” (ajo, aceite y picante) la salsa más sencilla y fácil de preprarar. Todo acompañado de vino, guitarras, cantos desentonados, partidas de briscola o scala 40, caffé ristretto y de postre... cannoli de ricota!

Y el martes, bien cansados y sacios -no sólo de espíritu más bien de tanto comer- todos vuelven a la normalidad.